Como
así afirmaba Vicente Garrido en su escrito “Cara a cara con el asesino”, la
psicopatía es “un trastorno gravísimo de las emociones y los sentimientos de un
individuo, que afecta también al razonamiento o juicio, en la medida en que
éste difícilmente puede ser profundo y sensato si no viene arropado por el
aprendizaje emocional que nos acompaña a lo largo de la vida por el mero hecho
de acumular experiencias. Descrito en los primeros tratados del siglo XIX, como
alguien que está loco pero que no delira, o un loco moral, lo esencial del
psicópata ha sido mostrar un comportamiento que no reconoce otra ética que la
propia, libre de inhibiciones y frenos que a los demás nos impiden aprovechar
nuestra ventaja o fuerza para obtener bienes materiales o una posición de
privilegio”.
Hare
añadía a este fenómeno el hecho de que múltiples psicópatas no eran internados
en prisión a lo largo de sus vidas. Estaban mejor integrados en la sociedad,
adquiriendo profesiones de lo más normalizadas como funcionarios, psicólogos,
artistas, literarios, fuertes líderes políticos, policías… etc., sin intervenir
en contra de la legalidad, evadiéndola. No por ello dejaban de tener los mismos
niveles de egocentrismo, de insensibilización y manipulación como los demás
sujetos psicópatas; pero la capacidad intelectual que mostraban, el ambiente
familiar en el que habían crecido su capacidad social y su ambiente y factores
personales les había capacitado para conseguir sus objetivos evadiendo la ley y
habían establecido en cuanto a su persona una “fachada” normalizada de la que
era complicado dudar.
-
Incumplimiento de las normas sociales
respecto a los comportamientos legales, engaño, que se manifiesta por mentiras
repetidas, impulsividad, irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por
peleas o agresiones físicas repetidas, desatención imprudente de la seguridad
propia o de los demás. irresponsabilidad constante, ausencia de remordimiento...
Figura 1. Estadísticas
recogidas en el DSM – V, 2014. Refleja el porcentaje de la cantidad de
psicópatas en prisión que cumplen los criterios para ser diagnosticados de
Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP).
Figura 2. Estadísticas
recogidas en el DSM – V, 2014. Refleja la cantidad de sujetos diagnosticados
con Trastorno Antisocial de la Personalidad en prisión y qué porcentaje de los
mismos cumplen criterios para ser diagnosticados de psicopatía.
Psicopatía en menores
Luengo
(2012) realiza una revisión haciendo comprender que el sujeto menor de edad
lucha por entender las normas mediante las cuales se establece el universo de
las personas adultas, intentando así comprender qué expectativas se tienen de
ellos.
Los
mismos ponen el máximo empeño para lograrlo en relación a la temeridad del
ambiente en el que los adultos de su entorno se mueven. Si dicho entorno es
impredecible y las personas adultas que les rodean les inculcan ciertas normas
inestables, les será más complicado que aprendan conductas correctas y
pro-sociales en un futuro. Se debe entender, que de todas formas estos menores
tendrán cierta tendencia a experimentar menos sensación de culpabilidad y
empatía por los pares con los que suelan relacionarse y para con la sociedad en
general. Aprenderán técnicas para conseguir sus objetivos mediante la
manipulación y chantaje emocional, tanto con la gente de su edad como con las
personas adultas.
Estudiando
más en profundidad la psicopatía en jóvenes, encuentran cierta problemática a
la hora de corregir sus propios errores y analizar su culpa en las situaciones
conflictivas. Mediante esta explicación, llegamos a concluir que estos
psicópatas no aprenden de las situaciones en las que han sido reprendidos, volverán
a realizar dicha conducta. Llegan a ser personas con alto índice de narcisismo,
poco capaces de sentir cariño o emoción hacia terceras personas y de contacto
directo complejo. Persiguen cierto tipo de actitudes que les llevan a refuerzos
positivos instantáneos, sin importarles cuáles serán las consecuencias.
“Y
la psicopatía no solo afecta a hijos, desde el punto de vista de un padre
psicópata también se debe analizar. Este puede sentirse orgulloso de su hijo,
pero tendrá menos paciencia que un padre normal, ya que la crianza exige
empatía y algún temor (así como alguna capacidad de sentir culpa),
características de las que carece el psicópata. Este se volverá de espaldas en
cuanto su hijo le dé algún problema, cosa que los hijos hacen con relativa frecuencia”
(De Juan y García, 2004, p.176).
En
múltiples ocasiones, colapsan otro tipo de influencias, como suelen ser las del
entorno familiar para con el menor. Los indicadores familiares suelen tender
profundamente a influenciar o propulsar la explosión de la determinación o
carga genética del menor. Ejemplificando, si el sujeto padece de un periodo
temporal en el que se le prive de la presencia materna en la etapa de sus 5
primeros años de edad, tendería a ocasionar una pauta negativa para que su conducta
evolucionara con frialdad y sin ningún tipo de comportamiento afectivo para con
su entorno, facilitando las conductas antisociales.
Teorías explicativas
Biológicas (antropología criminal, biotipología criminal y
endocrinología criminal)
Ante
todo, ha de establecerse una clarificación de suma importancia con anterioridad
a la inmersión de dicha investigación en terminologías más profundas. Ha de
conocerse que la psicopatía y delincuencia juvenil no tienen en la mayoría de
los casos una simple explicación biológica y/o genética. Pueden ser influencias
o factores sumatorios que ofrezcan como resultado estos trastornos o
enfermedades junto a fenómenos sociales, ambientales, de aprendizaje… etc.
En
resumen, la biología y la genética no son factores exclusivamente explicativos
de los trastornos, en más de la mitad de los casos se hace necesaria la
presencia de otros añadidos.
La
existencia de la corriente positivista, dio pie a un modelo novedoso que trajo
consigo descubrimientos nunca vistos con tal claridad, ya que ponían su mira
investigativa del fenómeno “crimen o conducta criminal” en los elementos del
organismo, fisiológicos, biológicos. Y los mismos resultaban ser el resultado
de múltiples trastornos, patologías, carencias en el funcionamiento corporal o
mental… etc.
A
lo largo de la historia, la corriente biologicista ha sido altamente inclinada
hacia una orientación de carácter terapéutico y médico. Este tipo de modelos
teóricos no han de llevar a confusión, dado que no implican una explicación
cien por cien exclusiva, al igual que tampoco han de ignorarse sus avances,
desarrollos y descubrimientos.
Como
ejemplo de los avances neurofisiológicos en nuestro modelo biologicista, ha de
resaltarse o destacarse el hecho de que la mente humana posee un específico
movimiento/actividad resaltada en la zona prefrontal. Con esto se llegó a la
conclusión, ya apuntando hacia el tema de la investigación principal, de que en
los sujetos psicópatas, expuestos a situaciones desagradables, carecen de la
misma actividad cerebral en la zona prefrontal, siendo ésta ínfimamente menor
en comparación a la del sujeto sin rasgos psicopáticos.
Por
otro lado, la genética también influye enormemente y puede transmitirnos un
tipo de información tanto importante como diferente para el entendimiento del
fenómeno o hecho criminal, cierto tipo de comportamientos
Teorías psico – biológicas o teorías antropológicas
Uno
de los primeros autores que opta por estas teorías es Lombroso, sobre la base
de sus estudios biológicos y antropomórficos estructurados con presidiarios, en
los cuales expone que el preso es una modalidad o tipología de ser atávico, que
genera en la persona diversos instintos básicos y feroces de la humanidad
primitiva, volviendo, así, a los orígenes del ser humano, y a los animales
inferiores, profundamente marcado por diversas anomalías cerebrales y
corporales, junto con una insensibilidad ética y moral, características
antisociales, vanidad, incorregibilidad e imprevisibilidad.
A
su vez, Eysenck desarrolla su “condicionabilidad del delincuente”, la cual se
fundamenta en que el comportamiento y conducta humana es adquirida mediante el
aprendizaje (donde interviene el sistema nervioso central) y por
condicionamiento (basado en el sistema nervioso autónomo). La psicopatía en sí
obedece según esta teoría a un incorrecto aprendizaje de las normas y reglas
sociales establecidas en forma condicionada y reconoce la importancia en la que
se rige el sistema nervioso heredado por la persona, que diferencia diversas
tipologías de la personalidad, desde la introversión a la extroversión, siendo
los individuos extrovertidos más complejos de ejercer un condicionamiento que
los sujetos introvertidos.
Concluyendo
con este modelo eysenckiano, se afirma que por un lado resulta la carga
genética y hereditaria del sujeto, así como la importante influencia que ejerce
el medio ambiente en combinación con la predisposición genética en el desenlace
del comportamiento, resultante en actos o hechos delictivos.
Otras
investigaciones biológicas están cercanamente relacionadas con la herencia y
genética. Echeburúa compila un intento de determinación sobre si la herencia
genética es un factor relevante en la inducción a la delincuencia. Buscó
similitudes en las conductas de sujetos relacionados genéticamente entre sí,
encontrando como resultado de la investigación que poco había a favor de dotar
de importancia la existencia de familias con herencia genética común y
determinada para la delincuencia.
Por
otra parte, se ha oído mucho hablar del gen del superhombre, un gen que
predetermina una violencia fuera de sí en los individuos poseedores de este
gen. Estudios con cromosomas sexuales, partiendo de la notación cromosómica XY
para el hombre y XX para la mujer, se halla en estas investigaciones una
excesiva presencia de la anomalía cromosómica XYY. Con estos resultados, se
supone errónea la creencia popular de unos individuos psicópatas super masculinos,
cuya característica más destacable era su extremada violencia. Rutter, Giller y
Hagell (2000) recogen que la presencia de XYY no causaría directamente la
delincuencia, sino que, junto a otros factores, incrementa la posibilidad de
ejercer conductas antisociales (Navas & Muñoz, s.f.).
Genéticas (gemelos, adopción y genoma MAOA)
Se
comenzó a investigar más en profundidad la criminalidad familiar, dirigiendo la
mira hacia análisis comparados en menores gemelos, hijos adoptados y, más
genéricamente, conjuntos familiares con carácter criminalizado.
En
cuanto a las investigaciones centradas en la genealogía criminal, las mismas
trataban de cuadros de descendencia en vez de genealogías enteras, ya que se
trataban de estudios de una línea genética familiar, dejando de lado a
terceros, a pesar de ser integrantes del mismo cuadro sanguíneo.
En
los casos de estos grupos familiares enteros, era más complejo el hecho de
atribuir el comportamiento criminal de todos sus miembros generación tras
generación hacia una exclusividad genética. Esto era debido a que, como se
trataba de un núcleo en su totalidad, no había grupo de control con el que
comparar, y podrían influir más factores que los puramente biológico-genéticos,
tales como la cultura, la educación familiar, el colectivo, el entorno de
desarrollo personal, las normas y ética inculcadas… etc.
Sin
dejar de lado la predeterminación genética de estos sujetos, también debemos
constatar las teorías del aprendizaje e imitativas de sus modelos más cercanos
de conducta para contrastar y dar lugar a los estudios estadísticos llevados a
cabo por Lund en el año 1918. A pesar de datar de fechas no muy actualizadas,
su investigación demostró que los sujetos criminales que habían sido penados
por motivos delictuales de grave importancia eran más numerosos entre las
personas cuyos padres habían caído a su vez en la delincuencia en comparativa
con los sujetos con padres no delincuentes o con un único familiar directo
delincuente.
Aquí
es donde se inicia el segundo apartado con colectivos de estudio diferentes. En
este caso se analizan las investigaciones con gemelos. En la década de los
treinta se produjo un gran auge para con esta tipología experimental,
rebrotando de igual forma treinta años después de la mano de Christiansen.
Estas
investigaciones basaban su trabajo y sus bases científicas en el grado de
similitud entre la carga genética de los hermanos gemelos univitelinos y
bivitelinos junto con los “índices de coincidencia criminal resaltados en los
relativos casos bajo estudio experimental” (Beatriz de Vicente, 2014).
De
nuevo, Lange realizaba la distinción entre estos tipos de hermanos gemelos,
junto a la ayuda de otros estudiosos de la materia, consiguió demostrar la fina
línea que aunaba la conducta criminal de los gemelos univitelinos con padres
con conducta delincuencial, en cuyo caso ambos hijos evolucionaban con
comportamientos delictivos a su vez (pero, una vez más, se señala que no
debemos dar de lado en entorno en el que se mueven los menores), “era necesario
corroborar los datos obtenidos con un grupo de control, empleando para ello a
los gemelos bivitelinos, sorprendentemente aun cuando también eran hijos de
delincuentes y se habían criado en ambientes criminógenos, se puso de relieve
que la correspondencia entre los hermanos bivitelinos, respecto al desarrollo
de conductas criminales, era mucho menor”(Beatriz de Vicente, 2014).
Los
estudios de adopción fueron evolucionando, a su vez, en el entorno de la carga
genética heredada, apuntando sus diversas investigaciones hacia la conducta
delictual del ser humano en comparación con otras personas que nunca han
llegado a delinquir, como punto de interés criminológico y genético. Estos sujetos tenían en común que habían sido
acogidos en adopción y centraban sus estudios en la relación de sus padres
biológicos y de acogida/adoptivos con la criminalidad.
Según
Kuttner (1938), los hijos de los delincuentes realizan actos ilegales con más
continuidad o de manera más estable, que los hijos adoptivos, siendo el
elemento “gen/herencia genética”, siendo el entorno el mismo, la única
explicación que puede ser coherente como justificante de estas conductas
desviadas.
Sin
embargo, según estos estudiosos citados anteriormente, siempre nos
encontraremos con sujetos que, debido a su herencia genética, debido a su
estado físico y mental, serán más tendentes a caer en el comportamiento
criminal que muchos otros integrantes de nuestra población general.
Finalmente,
y no de manera menos importante, se ha de explicar la importancia de la
conocida trisomía o gen criminal.
Según
la literatura aportada por los principales autores en este campo, como son
Casey, Jacobs y Moore, encontramos más porcentaje de esta tipología de
colectivo en prisiones y centros de menores, en los cuales se establece un 2,4%
frente a un 2,3% de millar, siendo también más común entre el género masculino
que en el femenino. Obviamente, esto no ha podido ser contrastado dentro de la
conocida cifra negra, que viene siendo lo que no está establecido o reflejado
en las estadísticas oficiales. Hablan de características comunes en los sujetos
que padecer este tipo de trisomía, viniendo a ser de “elevada estatura,
perturbaciones hormonales, trastornos de la conducta, problemática adaptativa
con respecto al medio, déficit intelectual, trastornos mentales, escasa
afectividad y especialmente agresivos” (Beatriz de Vicente, 2014).
Dicha
trisomía fue descubierta por Stanberg en 1961. A partir de ese momento en
concreto, Jacobs, junto a su equipo en colaboración, concretaron el perfil del
sujeto que lo padecía, llegando a concluir que eran personas de alta peligrosidad,
violencia y propensos al delito con fuerza.
El
descubrimiento más reciente en el entorno genético fue el del Gen Guerrero,
también denominado Gen MAOA; se estableció una fuerte relación entre el mismo y
las conductas delictivas y violentas. Consiste en una proteína cuyo objetivo es
el de romper y disolver los neurotransmisores del cerebro, como la dopamina,
serotonina y norepirefrina, hormonas encargadas de la felicidad y el
sentimiento positivo y activo. La supresión de estos tipos de neurotransmisores
tiene como resultado profundas depresiones y enfermedades como la
esquizofrenia. En el caso de que el gen fuese en cantidades exacerbadas, el
resultado más común era un disparador de violencia y conductas agresivas.
“El gen MAOA se ubica
en el cromosoma X. Al estar ligado al sexo, sus efectos son más patentes en
chicos, que cuentan con un único cromosoma X, que en las chicas, que disponen
de una pareja Y, por tanto, la posibilidad de conservar en el otro cromosoma un
gen sano. A principio de los años noventa, los científicos establecieron una
conexión entre el comportamiento violento de un grupo de hombres de una familia
holandesa y el gen MAOA. Los hombres sufrían un ligero retraso mental, pero
eran muy violentos, pirómanos, violadores, asesinos. En cualquier caso, todos
los individuos tenían versiones defectuosas del gen de la monoaminooxidasa”
(Beatriz de Vicente, 2014).
Las
psicopatías o trastornos conductuales también son llamadas sociopatía en el
momento en el cual estos comportamientos pueden ser relacionados con trastornos
conductuales que surgen de interacciones sociales incorrectas. Estos trastornos
del comportamiento se dan únicamente si se pueden notar actos manifestados
cuando el sujeto es menor de edad, donde aún no podemos decir que la
personalidad del sujeto esté completamente formada.
TRATAMIENTOS VIGENTES
PARA LOS COMPORTAMIENTOS PSICOPÁTICOS EN MENORES
Según
Raine y Sanmartín (2000), en cuanto a la efectividad de los tratamientos para
psicópatas se debería destacar:
A.
‘Los
programas que más prometen en la actualidad son aquellos que reúnen las
siguientes características: intensivos, estructurados, cognitivo – conductuales,
multimodales y cubren las necesidades criminógenas y estilos de aprendizaje
individual.
B.
La
intervención con los psicópatas no debe tener el objetivo de cambiar su
personalidad, sino paliar sus déficits.
C.
Dadas
las características de los psicópatas, tiene mejores resultados un tratamiento
individual.”
Con
anterioridad a la descripción de la clasificación o tipología de tratamientos
vigentes en España, hemos de añadir escuetamente que como limitación de los
mismos, existen muy pocos estudios de control acerca de la terapia o
tratamientos para este tipo de sujetos, por lo que es de primera necesidad el
hecho de una continuidad investigativa en el ámbito de los psicópatas, tanto
adultos como menores de edad.
Ya
que “las teorías del desarrollo sugieren
que hay una predisposición o estilo temperamental en los orígenes de la
psicopatía infanto – juvenil, las intervenciones tempranas que toman en
consideración estilos parentales competentes pueden ayudar a socializar
positivamente a los niños (Salekin, 2002)”.
Se
ha de acompañar un tratamiento conjunto para con el vínculo parental directo y
familia, dado que éste entorno es necesario que tenga una correcta habituación
para el control, cuidado y aprendizaje sano y natural para que el menor
evolucione de la manera más óptima posible.
Psicológicos y educativos
Actualmente
en nuestro sistema judicial no se encuentran vigentes o llevados a la práctica
ningún tipo de programa especializado para con los menores con rasgos
psicopáticos.
No
es más cierto que, en la actualidad, no se han demostrado que haya un tipo
genérico de intervención que haya resultado de éxito patente con los menores
con estas características. Incluso Harris y Rice, llegaron a la conclusión de
que las principales limitaciones en el momento de intervenir con estos menores
eran los problemas que presentaban las investigaciones realizadas hasta el
momento y los propios rasgos de los sujetos no facilitaban a efectividad de
estos tratamientos. En nuestro sistema penal de justicia juvenil español de
sujetos menores de edad encontramos múltiples programas, entre los cuales cabe
destacar una compilación de actividades resocializadoras para con los mismos:
1) Programas
educativos con los menores: cursos formativos para menores analfabetos sumados
con otro tipo de taller de escritura y de fomento de lectura.
2) Preparación
para el ámbito laboral con los menores: cursos orientativos a cada tipo de
profesión generalizados, visitas de diversas empresas… etc.
3) Programas
de ámbito psicosocial con los menores: múltiples talleres de prevención de
maltrato contra la mujer, de fomento a las actividades sociales, de control de
la ira y de los propios impulsos, educación para el correcto aprendizaje
sexual, respeto hacia otras ideologías y hacia la igualdad de género y
responsabilizarse de los propios actos.
4) Tratamientos
psicológicos de terapia y paliación con los menores: los mismos se encuentran
preparados para favorecer las relaciones filio-parentales, para lidiar contra
los posibles casos reincidentes, para delitos específicos de violencia sexual,
perfiles de TDHA, para perfiles tanto de menores agresores como de menores
víctimas, programas de gestión conflictiva.
5) Tratamientos
específicos de intervención con menores con problemas de trastornos mentales y
sanitarios.
6) Talleres
deportivos y de ocio para inculcar a los menores ciertos tipos de conductas
pro-sociales como visitas y excursiones, salidas exclusivamente de ocio,
salidas culturales…
7) Mediación
y reinstauración de relaciones familiares sanas y adecuadas: Activar el interés
parental por la evolución del menor, gestión y asunción emocional por ambas
partes, sesiones exclusivamente con los familiares directos del menor para el
correcto aprendizaje educacional, programas de detección de conductas
antisociales de los hijos.
En
este sentido, las evaluaciones de investigación fueron extraídas del Programa
de pensamiento pro-social, el método paliativo español más empleado entre estos
menores. Dicho tratamiento es resultante de una intervención continuada de los
rasgos conductuales, cognitivos y de gestión del propio sentimiento del menor.
Este
tipo de programa establece una eficaz solución en comparación con el resto de
tratamientos, promoviendo entre los sujetos una evolución en el entorno social
y en el auto-conocimiento de la propia responsabilidad de los mismos.
En
conclusión para con estos programas establecidos en la actualidad en España,
podemos afirmar que: se encuentran numerosas ofertas tanto educativas como en
el plano laboral para los jóvenes infractores para la educación psicosocial de
los mismos, previniendo de esta manera, posibles futuros delitos y que se
formen nuevas carreras delictivas.
Marta López
Ger
Graduada en Criminología
Estudiante
de Periodismo en la URJC
Blogger de
páginas web de Criminología y Moda
Redactora en
la Página Web “Criminología de estar por
casa”
Contacta
mediante e-mail: martuchiger@gmail.com