domingo, 17 de septiembre de 2017

ARTÍCULO: EL MENOR PSICÓPATA, INFLUENCIAS BIOLÓGICAS Y TRATAMIENTO


Como así afirmaba Vicente Garrido en su escrito “Cara a cara con el asesino”, la psicopatía es “un trastorno gravísimo de las emociones y los sentimientos de un individuo, que afecta también al razonamiento o juicio, en la medida en que éste difícilmente puede ser profundo y sensato si no viene arropado por el aprendizaje emocional que nos acompaña a lo largo de la vida por el mero hecho de acumular experiencias. Descrito en los primeros tratados del siglo XIX, como alguien que está loco pero que no delira, o un loco moral, lo esencial del psicópata ha sido mostrar un comportamiento que no reconoce otra ética que la propia, libre de inhibiciones y frenos que a los demás nos impiden aprovechar nuestra ventaja o fuerza para obtener bienes materiales o una posición de privilegio”. 





Hare añadía a este fenómeno el hecho de que múltiples psicópatas no eran internados en prisión a lo largo de sus vidas. Estaban mejor integrados en la sociedad, adquiriendo profesiones de lo más normalizadas como funcionarios, psicólogos, artistas, literarios, fuertes líderes políticos, policías… etc., sin intervenir en contra de la legalidad, evadiéndola. No por ello dejaban de tener los mismos niveles de egocentrismo, de insensibilización y manipulación como los demás sujetos psicópatas; pero la capacidad intelectual que mostraban, el ambiente familiar en el que habían crecido su capacidad social y su ambiente y factores personales les había capacitado para conseguir sus objetivos evadiendo la ley y habían establecido en cuanto a su persona una “fachada” normalizada de la que era complicado dudar. 

“Es realmente relevante mencionar el TAP (Trastorno antisocial de la personalidad), DSM – V (2014); resulta ser un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde antes de los quince años de edad, y que se manifiesta por tres (o más) de los siguientes hechos:

-          Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, impulsividad, irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas, desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás. irresponsabilidad constante, ausencia de remordimiento...

El individuo ha de tener como mínimo dieciocho años. Existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los quince años. El comportamiento antisocial no se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia o de un trastorno bipolar”. 

Se adjunta una tabla con los porcentajes recogidos por el DSM – V (2014), en la cual se establecen a la perfección los porcentajes estadísticos de presencia de estos sujetos en centros penitenciarios (TAP y sujetos psicópatas):


 
    Figura 1. Estadísticas recogidas en el DSM – V, 2014. Refleja el porcentaje de la cantidad de psicópatas en prisión que cumplen los criterios para ser diagnosticados de Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP).


 
Figura 2. Estadísticas recogidas en el DSM – V, 2014. Refleja la cantidad de sujetos diagnosticados con Trastorno Antisocial de la Personalidad en prisión y qué porcentaje de los mismos cumplen criterios para ser diagnosticados de psicopatía.

Psicopatía en menores

 Luengo (2012) realiza una revisión haciendo comprender que el sujeto menor de edad lucha por entender las normas mediante las cuales se establece el universo de las personas adultas, intentando así comprender qué expectativas se tienen de ellos. 

Los mismos ponen el máximo empeño para lograrlo en relación a la temeridad del ambiente en el que los adultos de su entorno se mueven. Si dicho entorno es impredecible y las personas adultas que les rodean les inculcan ciertas normas inestables, les será más complicado que aprendan conductas correctas y pro-sociales en un futuro. Se debe entender, que de todas formas estos menores tendrán cierta tendencia a experimentar menos sensación de culpabilidad y empatía por los pares con los que suelan relacionarse y para con la sociedad en general. Aprenderán técnicas para conseguir sus objetivos mediante la manipulación y chantaje emocional, tanto con la gente de su edad como con las personas adultas. 

Estudiando más en profundidad la psicopatía en jóvenes, encuentran cierta problemática a la hora de corregir sus propios errores y analizar su culpa en las situaciones conflictivas. Mediante esta explicación, llegamos a concluir que estos psicópatas no aprenden de las situaciones en las que han sido reprendidos, volverán a realizar dicha conducta. Llegan a ser personas con alto índice de narcisismo, poco capaces de sentir cariño o emoción hacia terceras personas y de contacto directo complejo. Persiguen cierto tipo de actitudes que les llevan a refuerzos positivos instantáneos, sin importarles cuáles serán las consecuencias. 
 

 
“Y la psicopatía no solo afecta a hijos, desde el punto de vista de un padre psicópata también se debe analizar. Este puede sentirse orgulloso de su hijo, pero tendrá menos paciencia que un padre normal, ya que la crianza exige empatía y algún temor (así como alguna capacidad de sentir culpa), características de las que carece el psicópata. Este se volverá de espaldas en cuanto su hijo le dé algún problema, cosa que los hijos hacen con relativa frecuencia” (De Juan y García, 2004, p.176).
En múltiples ocasiones, colapsan otro tipo de influencias, como suelen ser las del entorno familiar para con el menor. Los indicadores familiares suelen tender profundamente a influenciar o propulsar la explosión de la determinación o carga genética del menor. Ejemplificando, si el sujeto padece de un periodo temporal en el que se le prive de la presencia materna en la etapa de sus 5 primeros años de edad, tendería a ocasionar una pauta negativa para que su conducta evolucionara con frialdad y sin ningún tipo de comportamiento afectivo para con su entorno, facilitando las conductas antisociales.

Teorías explicativas

Biológicas (antropología criminal, biotipología criminal y endocrinología criminal)

Ante todo, ha de establecerse una clarificación de suma importancia con anterioridad a la inmersión de dicha investigación en terminologías más profundas. Ha de conocerse que la psicopatía y delincuencia juvenil no tienen en la mayoría de los casos una simple explicación biológica y/o genética. Pueden ser influencias o factores sumatorios que ofrezcan como resultado estos trastornos o enfermedades junto a fenómenos sociales, ambientales, de aprendizaje… etc. 

En resumen, la biología y la genética no son factores exclusivamente explicativos de los trastornos, en más de la mitad de los casos se hace necesaria la presencia de otros añadidos.

La existencia de la corriente positivista, dio pie a un modelo novedoso que trajo consigo descubrimientos nunca vistos con tal claridad, ya que ponían su mira investigativa del fenómeno “crimen o conducta criminal” en los elementos del organismo, fisiológicos, biológicos. Y los mismos resultaban ser el resultado de múltiples trastornos, patologías, carencias en el funcionamiento corporal o mental… etc.

A lo largo de la historia, la corriente biologicista ha sido altamente inclinada hacia una orientación de carácter terapéutico y médico. Este tipo de modelos teóricos no han de llevar a confusión, dado que no implican una explicación cien por cien exclusiva, al igual que tampoco han de ignorarse sus avances, desarrollos y descubrimientos.

Como ejemplo de los avances neurofisiológicos en nuestro modelo biologicista, ha de resaltarse o destacarse el hecho de que la mente humana posee un específico movimiento/actividad resaltada en la zona prefrontal. Con esto se llegó a la conclusión, ya apuntando hacia el tema de la investigación principal, de que en los sujetos psicópatas, expuestos a situaciones desagradables, carecen de la misma actividad cerebral en la zona prefrontal, siendo ésta ínfimamente menor en comparación a la del sujeto sin rasgos psicopáticos.
Por otro lado, la genética también influye enormemente y puede transmitirnos un tipo de información tanto importante como diferente para el entendimiento del fenómeno o hecho criminal, cierto tipo de comportamientos

Teorías psico – biológicas o teorías antropológicas

Uno de los primeros autores que opta por estas teorías es Lombroso, sobre la base de sus estudios biológicos y antropomórficos estructurados con presidiarios, en los cuales expone que el preso es una modalidad o tipología de ser atávico, que genera en la persona diversos instintos básicos y feroces de la humanidad primitiva, volviendo, así, a los orígenes del ser humano, y a los animales inferiores, profundamente marcado por diversas anomalías cerebrales y corporales, junto con una insensibilidad ética y moral, características antisociales, vanidad, incorregibilidad e imprevisibilidad. 

A su vez, Eysenck desarrolla su “condicionabilidad del delincuente”, la cual se fundamenta en que el comportamiento y conducta humana es adquirida mediante el aprendizaje (donde interviene el sistema nervioso central) y por condicionamiento (basado en el sistema nervioso autónomo). La psicopatía en sí obedece según esta teoría a un incorrecto aprendizaje de las normas y reglas sociales establecidas en forma condicionada y reconoce la importancia en la que se rige el sistema nervioso heredado por la persona, que diferencia diversas tipologías de la personalidad, desde la introversión a la extroversión, siendo los individuos extrovertidos más complejos de ejercer un condicionamiento que los sujetos introvertidos. 

Concluyendo con este modelo eysenckiano, se afirma que por un lado resulta la carga genética y hereditaria del sujeto, así como la importante influencia que ejerce el medio ambiente en combinación con la predisposición genética en el desenlace del comportamiento, resultante en actos o hechos delictivos. 

Otras investigaciones biológicas están cercanamente relacionadas con la herencia y genética. Echeburúa compila un intento de determinación sobre si la herencia genética es un factor relevante en la inducción a la delincuencia. Buscó similitudes en las conductas de sujetos relacionados genéticamente entre sí, encontrando como resultado de la investigación que poco había a favor de dotar de importancia la existencia de familias con herencia genética común y determinada para la delincuencia. 
 



Por otra parte, se ha oído mucho hablar del gen del superhombre, un gen que predetermina una violencia fuera de sí en los individuos poseedores de este gen. Estudios con cromosomas sexuales, partiendo de la notación cromosómica XY para el hombre y XX para la mujer, se halla en estas investigaciones una excesiva presencia de la anomalía cromosómica XYY. Con estos resultados, se supone errónea la creencia popular de unos individuos psicópatas super masculinos, cuya característica más destacable era su extremada violencia. Rutter, Giller y Hagell (2000) recogen que la presencia de XYY no causaría directamente la delincuencia, sino que, junto a otros factores, incrementa la posibilidad de ejercer conductas antisociales (Navas & Muñoz, s.f.).
 
Genéticas (gemelos, adopción y genoma MAOA)

Se comenzó a investigar más en profundidad la criminalidad familiar, dirigiendo la mira hacia análisis comparados en menores gemelos, hijos adoptados y, más genéricamente, conjuntos familiares con carácter criminalizado. 

En cuanto a las investigaciones centradas en la genealogía criminal, las mismas trataban de cuadros de descendencia en vez de genealogías enteras, ya que se trataban de estudios de una línea genética familiar, dejando de lado a terceros, a pesar de ser integrantes del mismo cuadro sanguíneo.
En los casos de estos grupos familiares enteros, era más complejo el hecho de atribuir el comportamiento criminal de todos sus miembros generación tras generación hacia una exclusividad genética. Esto era debido a que, como se trataba de un núcleo en su totalidad, no había grupo de control con el que comparar, y podrían influir más factores que los puramente biológico-genéticos, tales como la cultura, la educación familiar, el colectivo, el entorno de desarrollo personal, las normas y ética inculcadas… etc. 

Sin dejar de lado la predeterminación genética de estos sujetos, también debemos constatar las teorías del aprendizaje e imitativas de sus modelos más cercanos de conducta para contrastar y dar lugar a los estudios estadísticos llevados a cabo por Lund en el año 1918. A pesar de datar de fechas no muy actualizadas, su investigación demostró que los sujetos criminales que habían sido penados por motivos delictuales de grave importancia eran más numerosos entre las personas cuyos padres habían caído a su vez en la delincuencia en comparativa con los sujetos con padres no delincuentes o con un único familiar directo delincuente.

Aquí es donde se inicia el segundo apartado con colectivos de estudio diferentes. En este caso se analizan las investigaciones con gemelos. En la década de los treinta se produjo un gran auge para con esta tipología experimental, rebrotando de igual forma treinta años después de la mano de Christiansen. 

Estas investigaciones basaban su trabajo y sus bases científicas en el grado de similitud entre la carga genética de los hermanos gemelos univitelinos y bivitelinos junto con los “índices de coincidencia criminal resaltados en los relativos casos bajo estudio experimental” (Beatriz de Vicente, 2014).

De nuevo, Lange realizaba la distinción entre estos tipos de hermanos gemelos, junto a la ayuda de otros estudiosos de la materia, consiguió demostrar la fina línea que aunaba la conducta criminal de los gemelos univitelinos con padres con conducta delincuencial, en cuyo caso ambos hijos evolucionaban con comportamientos delictivos a su vez (pero, una vez más, se señala que no debemos dar de lado en entorno en el que se mueven los menores), “era necesario corroborar los datos obtenidos con un grupo de control, empleando para ello a los gemelos bivitelinos, sorprendentemente aun cuando también eran hijos de delincuentes y se habían criado en ambientes criminógenos, se puso de relieve que la correspondencia entre los hermanos bivitelinos, respecto al desarrollo de conductas criminales, era mucho menor”(Beatriz de Vicente, 2014).

Los estudios de adopción fueron evolucionando, a su vez, en el entorno de la carga genética heredada, apuntando sus diversas investigaciones hacia la conducta delictual del ser humano en comparación con otras personas que nunca han llegado a delinquir, como punto de interés criminológico y genético.  Estos sujetos tenían en común que habían sido acogidos en adopción y centraban sus estudios en la relación de sus padres biológicos y de acogida/adoptivos con la criminalidad. 

Según Kuttner (1938), los hijos de los delincuentes realizan actos ilegales con más continuidad o de manera más estable, que los hijos adoptivos, siendo el elemento “gen/herencia genética”, siendo el entorno el mismo, la única explicación que puede ser coherente como justificante de estas conductas desviadas. 

Sin embargo, según estos estudiosos citados anteriormente, siempre nos encontraremos con sujetos que, debido a su herencia genética, debido a su estado físico y mental, serán más tendentes a caer en el comportamiento criminal que muchos otros integrantes de nuestra población general. 

Finalmente, y no de manera menos importante, se ha de explicar la importancia de la conocida trisomía o gen criminal.

Según la literatura aportada por los principales autores en este campo, como son Casey, Jacobs y Moore, encontramos más porcentaje de esta tipología de colectivo en prisiones y centros de menores, en los cuales se establece un 2,4% frente a un 2,3% de millar, siendo también más común entre el género masculino que en el femenino. Obviamente, esto no ha podido ser contrastado dentro de la conocida cifra negra, que viene siendo lo que no está establecido o reflejado en las estadísticas oficiales. Hablan de características comunes en los sujetos que padecer este tipo de trisomía, viniendo a ser de “elevada estatura, perturbaciones hormonales, trastornos de la conducta, problemática adaptativa con respecto al medio, déficit intelectual, trastornos mentales, escasa afectividad y especialmente agresivos” (Beatriz de Vicente, 2014).

Dicha trisomía fue descubierta por Stanberg en 1961. A partir de ese momento en concreto, Jacobs, junto a su equipo en colaboración, concretaron el perfil del sujeto que lo padecía, llegando a concluir que eran personas de alta peligrosidad, violencia y propensos al delito con fuerza. 

El descubrimiento más reciente en el entorno genético fue el del Gen Guerrero, también denominado Gen MAOA; se estableció una fuerte relación entre el mismo y las conductas delictivas y violentas. Consiste en una proteína cuyo objetivo es el de romper y disolver los neurotransmisores del cerebro, como la dopamina, serotonina y norepirefrina, hormonas encargadas de la felicidad y el sentimiento positivo y activo. La supresión de estos tipos de neurotransmisores tiene como resultado profundas depresiones y enfermedades como la esquizofrenia. En el caso de que el gen fuese en cantidades exacerbadas, el resultado más común era un disparador de violencia y conductas agresivas.
“El gen MAOA se ubica en el cromosoma X. Al estar ligado al sexo, sus efectos son más patentes en chicos, que cuentan con un único cromosoma X, que en las chicas, que disponen de una pareja Y, por tanto, la posibilidad de conservar en el otro cromosoma un gen sano. A principio de los años noventa, los científicos establecieron una conexión entre el comportamiento violento de un grupo de hombres de una familia holandesa y el gen MAOA. Los hombres sufrían un ligero retraso mental, pero eran muy violentos, pirómanos, violadores, asesinos. En cualquier caso, todos los individuos tenían versiones defectuosas del gen de la monoaminooxidasa” (Beatriz de Vicente, 2014).
Las psicopatías o trastornos conductuales también son llamadas sociopatía en el momento en el cual estos comportamientos pueden ser relacionados con trastornos conductuales que surgen de interacciones sociales incorrectas. Estos trastornos del comportamiento se dan únicamente si se pueden notar actos manifestados cuando el sujeto es menor de edad, donde aún no podemos decir que la personalidad del sujeto esté completamente formada.

TRATAMIENTOS VIGENTES PARA LOS COMPORTAMIENTOS PSICOPÁTICOS EN MENORES

Según Raine y Sanmartín (2000), en cuanto a la efectividad de los tratamientos para psicópatas se debería destacar:
A.     ‘Los programas que más prometen en la actualidad son aquellos que reúnen las siguientes características: intensivos, estructurados, cognitivo – conductuales, multimodales y cubren las necesidades criminógenas y estilos de aprendizaje individual.
B.     La intervención con los psicópatas no debe tener el objetivo de cambiar su personalidad, sino paliar sus déficits.
C.     Dadas las características de los psicópatas, tiene mejores resultados un tratamiento individual.”

Con anterioridad a la descripción de la clasificación o tipología de tratamientos vigentes en España, hemos de añadir escuetamente que como limitación de los mismos, existen muy pocos estudios de control acerca de la terapia o tratamientos para este tipo de sujetos, por lo que es de primera necesidad el hecho de una continuidad investigativa en el ámbito de los psicópatas, tanto adultos como menores de edad. 

Ya que “las teorías del desarrollo sugieren que hay una predisposición o estilo temperamental en los orígenes de la psicopatía infanto – juvenil, las intervenciones tempranas que toman en consideración estilos parentales competentes pueden ayudar a socializar positivamente a los niños (Salekin, 2002)”.

Se ha de acompañar un tratamiento conjunto para con el vínculo parental directo y familia, dado que éste entorno es necesario que tenga una correcta habituación para el control, cuidado y aprendizaje sano y natural para que el menor evolucione de la manera más óptima posible.
 




 

Psicológicos y educativos

Actualmente en nuestro sistema judicial no se encuentran vigentes o llevados a la práctica ningún tipo de programa especializado para con los menores con rasgos psicopáticos.

No es más cierto que, en la actualidad, no se han demostrado que haya un tipo genérico de intervención que haya resultado de éxito patente con los menores con estas características. Incluso Harris y Rice, llegaron a la conclusión de que las principales limitaciones en el momento de intervenir con estos menores eran los problemas que presentaban las investigaciones realizadas hasta el momento y los propios rasgos de los sujetos no facilitaban a efectividad de estos tratamientos. En nuestro sistema penal de justicia juvenil español de sujetos menores de edad encontramos múltiples programas, entre los cuales cabe destacar una compilación de actividades resocializadoras para con los mismos:

1)      Programas educativos con los menores: cursos formativos para menores analfabetos sumados con otro tipo de taller de escritura y de fomento de lectura.
2)      Preparación para el ámbito laboral con los menores: cursos orientativos a cada tipo de profesión generalizados, visitas de diversas empresas… etc.
3)      Programas de ámbito psicosocial con los menores: múltiples talleres de prevención de maltrato contra la mujer, de fomento a las actividades sociales, de control de la ira y de los propios impulsos, educación para el correcto aprendizaje sexual, respeto hacia otras ideologías y hacia la igualdad de género y responsabilizarse de los propios actos.
4)      Tratamientos psicológicos de terapia y paliación con los menores: los mismos se encuentran preparados para favorecer las relaciones filio-parentales, para lidiar contra los posibles casos reincidentes, para delitos específicos de violencia sexual, perfiles de TDHA, para perfiles tanto de menores agresores como de menores víctimas, programas de gestión conflictiva.
5)      Tratamientos específicos de intervención con menores con problemas de trastornos mentales y sanitarios.
6)      Talleres deportivos y de ocio para inculcar a los menores ciertos tipos de conductas pro-sociales como visitas y excursiones, salidas exclusivamente de ocio, salidas culturales…
7)      Mediación y reinstauración de relaciones familiares sanas y adecuadas: Activar el interés parental por la evolución del menor, gestión y asunción emocional por ambas partes, sesiones exclusivamente con los familiares directos del menor para el correcto aprendizaje educacional, programas de detección de conductas antisociales de los hijos.

En este sentido, las evaluaciones de investigación fueron extraídas del Programa de pensamiento pro-social, el método paliativo español más empleado entre estos menores. Dicho tratamiento es resultante de una intervención continuada de los rasgos conductuales, cognitivos y de gestión del propio sentimiento del menor. 

Este tipo de programa establece una eficaz solución en comparación con el resto de tratamientos, promoviendo entre los sujetos una evolución en el entorno social y en el auto-conocimiento de la propia responsabilidad de los mismos.

En conclusión para con estos programas establecidos en la actualidad en España, podemos afirmar que: se encuentran numerosas ofertas tanto educativas como en el plano laboral para los jóvenes infractores para la educación psicosocial de los mismos, previniendo de esta manera, posibles futuros delitos y que se formen nuevas carreras delictivas.
 



Marta López Ger
Graduada en Criminología
Estudiante de Periodismo en la URJC
Blogger de páginas web de Criminología y Moda
Redactora en la Página Web “Criminología de estar por casa
Contacta mediante e-mail: martuchiger@gmail.com