Influenciado
por los estudios sobre la evolución de Charles Darwin, Lombroso en su
libro Hombre Criminal (1876) define al delincuente como subespecie
o subtipo humano corrompido. Considera que el delincuente así lo es por
causas hereditarias lo que origina al delincuente como delincuente nato,
siendo consecuencia de un desarrollo evolutivo humano incompleto, que
caracteriza al infractor por una serie de signos (Raine, 2013). Lombroso (1876)
creyó que ciertas formas anatómicas caracterizaban a los delincuentes natos,
por ejemplo, las asimetrías craneales, la altura anormal del cráneo, la forma
de la mandíbula, la estructura cerebral... por lo que según la teoría
Lombrosiana sobre el delincuente, hay individuos que delinquen y/o son
violentos como causa de su propia naturaleza. Quién iba a decir, que Lombroso
tenía razón en suponer que las anormalidades fisiológicas/biológicas como la
estructura cerebral, predisponen la aparición de la conducta violenta. (Raine,
2013).
Ø Cerebro; Conducta y emoción
Estudios de
diagnóstico por imagen cerebral en individuos psicopatas, según la escala PCL-R
(Hare, 2003), han demostrado anomalías
estructurales y funcionales en diferentes zonas del cerebro (Raine, 2013).
Adrian
Raine junto con José
Sanmartín en el libro “Violencia y Psicopatía” (2000), y Raine y
otros en su obra The Anatomy of Violence (2013), explican la
investigación en la que se constata que hay ciertas características
neurobiológicas distintas en comparación al individuo que no padece psicopatía,
con las que se observan diferencias funcionales y estructurales en el cerebro
del individuo psicópata delincuente.
Exponemos las
diferencias halladas en los psicópatas DELINCUENTES, puesto que las
avaluaciones de la psicopatía que se han realizado hasta hoy y por las que se
han basado los distintos profesionales para la investigación de la psicopatía,
ha sido por medio del trabajo y evaluación dentro de centros penitenciarios
(por lo que faltaría constatar dichos estudios con personas psicopáticas que no
se encuentren o no hayan estado en centros penitenciarios).
Se expone que
la violencia está relacionada con un defectuoso funcionamiento del lóbulo
prefrontal (Raine & Sanmartín, 2000. Raine, 2013) encargado de las
funciones pertinentes al movimiento, la resolución de problemas, la
concentración y pensamiento, el comportamiento, la “personalidad” y el humor. (Véase Figura 1; dorsolateral derecha,
color rosáceo, y la orbitofrontal derecha azul).
(Figura 1)
En la investigación
realizada por Raine y otros (1994), en una penitenciaría de Estados Unidos, se
demuestra que hay diferencias en la actividad de la zona prefrontal. El estudio
fue realizado sobre un total de 82 sujetos, 41 asesinos psicópatas que habían
sido declarados inocentes por enajenación mental y, 41 sujetos no delincuentes
(estudio comparativo).
A los sujetos
en estudio se les hizo realizar ciertas actividades (visuales y léxicas), que
activaran la región prefrontal. Raine (1994) comprobó que los asesinos psicópatas
(psicópatas violentos), mostraban menor actividad en la corteza prefrontal,
tras la realización (por ejemplo) de una actividad relacionada con decisiones
léxicas a nivel neutro y palabras de índole emocional. En dicho ejercicio, se mostró la menor actividad en la
zona prefrontal encargada de planificación de comportamientos, de la
personalidad, del proceso de toma de decisiones y de la adecuación del
comportamiento social, en comparación de la
actividad del
lóbulo prefrontal del sujeto no delincuente (Véase figura 4).
Además, se
halló en un grupo de psicópatas frustrados, psicópatas que habían sido
condenados por algún delito, (Hare, 2003), una disminución del 22,3 por ciento
del volumen de la sustancia gris del área prefrontal (Glenn y Raine, 2006).
Tenemos que recordar que la corteza prefrontal está involucrada con las
funciones cognitivas, emocionales y conductuales, y cuando se ve afectada,
aumenta el riesgo de comportamientos antisociales y violentos en el
individuo (Raine, 2013). La menor actividad que vemos en las imágenes c) y d)
(figura 4) referentes al sujeto psicópata tanto en la prueba “neutral” como en
la “emotiva”, es debido a una “pérdida de inhibición o del control de las
estructuras subcorticales, filogenéticamente más primitivas, como la amígdala
que según estudios, es la base del sentimiento agresivo” (Neuropsicología
de la agresión impulsiva Alcázar, Bouso, Verdejo & Bezos, 2010, p 296).
En diversos
estudios en que se han utilizado la resonancia magnética nuclear funcional (RMNF)
se ha hallado que había una disminución en la actividad de la amígdala durante
el desarrollo de estímulos emocionales, el miedo y el reconocimiento afectivo
(Raine & Glenn, 2006). “Esta parte del cerebro (amígdala) está
críticamente involucrada en la generación de la emoción “(Raine, 2013, p
160). Raine (2013) describe que Yaling Yang (estudiante de Raine) encontró que
el lado derecho e izquierdo de la amígdala están afectados en los individuos
psicópatas, teniendo una mayor descompensación en el lado derecho, siendo
(generalmente) una reducción del 18 por ciento en el volumen de toda la
amígdala en los individuos psicópatas. Por lo que entendemos, que la base de la
generación de la emoción y empatía está más limitada en el individuo psicópata,
en comparación a un individuo normal, lo que afecta a la relación empática
entre psicópata violento y víctima (Raine y Glenn, 2006).
En otras
investigaciones (Raine, 2013) se halló alteraciones funcionales en la región
subcortical, en el hipocampo (que se encuentra tras la amígdala y tiene gran
relación con la memoria y habilidad de aprendizaje).
La disfunción hipocámpica puede dar
lugar a una desregulación del afecto, falta de condicionamiento al miedo
contextual e insensibilidad a los indicios que predicen apresamiento. Se
considera que las asimetrías cerebrales atípicas en parte reflejan la
alteración de los procesos del neurodesarrollo
Neurobiología de la psicopatía; Glenn y
Raine, 2006, p 162
Raine (2000)
descubre que el giro angular izquierdo tiene también menos
actividad que los sujetos “normales”. La zona de menor actividad se encuentra
entre la región parietal, la occipital y la temporal (véase figura 5), este
menor funcionamiento tiene un gran
significado por lo que se refiere a la integración de la información provinente
de las tres regiones. Se ha demostrado que hay correlación entre la falta o
reducción de la glucosa en la zona del giro angular izquierdo y problemas en la
capacidad verbal, deficiencias en la lectura y el cálculo (Gur y otros, 1994 citado
por Raine & Sanmartín, 2000). Dichas dificultades pueden tener relación con
el fracaso escolar y laboral que tal y como señalan autores como Cloward y
Lloyd en su obra Delinquency and Opportunity (1960) pueden ser causa de
la aparición de la carrera delictiva (Raine & Sanmartín, 2000).
Se descubre
que hay también una menor actividad en psicópatas violentos en la zona del
cuerpo calloso del cerebro (véase figura 6, flecha roja), que es la unión de
las fibras blancas nerviosas, siendo el nexo entre los hemisferios derecho e
izquierdo. Según las especulaciones de Raine y Sanmartín (2000), la menor
actividad en el cuerpo calloso, provoca que el hemisferio derecho, que ejecuta
las emociones negativas (emociones desagradables que se experimentan cuando no
se obtiene un objetivo, se produce una amenaza o se vive una pérdida), no se
encuentre bajo el control del hemisferio izquierdo el cual genera los procesos
pertinentes a la inhibición de estas emociones negativas. Esta disociación
podría tener una conexión con la aparición de la violencia, hay investigaciones
que ponen de manifiesto que los sujetos a los que se les ha seccionado
quirúrgicamente el cuerpo calloso, tienen grandes dificultades para expresar
emociones y no tienen capacidad para entender a largo plazo las implicaciones
personales en cualquier evento o situación ( Raine & Sanmartín, 2000).
Pero, que haya
una menor actividad del cuerpo calloso, no significa que el
funcionamiento de éste sea limitado. Raine y otros (2013) descubren que el
cuerpo calloso y la corona radiada tienen un mayor volumen, es más largo
y delgado en los individuos psicópatas. Se halla que el hemisferio izquierdo,
responsable en gran medida del procesamiento del lenguaje, es diferente en
comparación al individuo normal respecto la “lateralización”, que es la
preferencia del uso del hemisferio derecho o izquierdo para las ejecuciones
propias de cada hemisferio. Pero en psicópatas encontramos una mezcla de ambos
hemisferios (izquierdo y derecho).
Hecho que
podría explicar sus habilidades verbales, ya que como dice Hare (2003) hay
evidencias experimentales que afirman que existe el procesamiento bilateral del
lenguaje en los individuos psicópatas, hecho que tendría relación con la
facilidad que tienen estos individuos en mentir, por la ineficiente
jerarquía de autoridad en la que se encuentra cada hemisferio cerebral,
puesto que al final el habla no está ni bien integrada ni controlada.
Por lo que
entendemos que los individuos psicópatas pueden tener una mayor capacidad
verbal, entiende las palabras que dice y escucha, pero sin ser interiorizadas
(entiende el significado de la palabra pero no la interiorización de estas), lo
que ayuda a su capacidad de mentir.
Patricia
Ortiz Brunet
Criminóloga
Contacto:
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