Una breve aproximación a su contenido psicosocial
Durante
el IV Congreso Internacional de Justicia Restaurativa y mediación penal que tuvo
lugar en Burgos los días 17 y 18 de marzo del presente 2016, se pusieron sobre
la mesa muchas de las cuestiones de relevancia acerca del fenómeno
restaurativo.
Las
ponencias que tuvimos el gusto de presenciar a lo largo de ambas jornadas, otorgaban
el necesario contexto divulgativo a una ciencia, la Justicia Restaurativa, que
por su plasticidad escapa a cualquier ortodoxia dogmática.
Desde el
necesario marco constitutivo del enfoque jurídico ‐con la obligada mención y el especial desarrollo explicativo sobre
el Estatuto de la Víctima‐ pasando por la
hermenéutica social, hasta la dialéctica propia de la intervención psicológica,
los diversos aportes dieron entidad a un Congreso que pretendió fomentar la
investigación en el ámbito académico (procurando espacios de diálogo y debate
entre profesores y alumnos), proyectar soluciones viables a nivel jurídico,
social y moral para las víctimas, así como, afrontar la conflictividad
inherente a la condición humana a través de la exposición de herramientas
psicopedagógicas que inducen al diálogo y la cooperación.
A modo de
pretexto introductorio quiero recordar cuáles fueron las líneas básicas de
actuación desveladas durante la presentación del Congreso a cargo de las
autoridades:
- Especialización.
- Multidisciplinariedad.
- Respuesta a la necesidad
social del entorno.
- Proceso de formación
constante de los profesionales.
Es grato
confirmar que fueron dos jornadas muy intensas gracias a la calidad profesional
y humana derrochada en cada ponencia.
Sin
embargo, mi atención discurre entreverada por los resortes del alma humana en términos
descartianos. Obviamente, todo lo relativo al ser humano se ve impregnado por
el componente psicológico y la Justicia Restaurativa no iba a ser una excepción.
Es más, se trata de un modelo de justicia con profundas implicaciones psicológicas,
éticas y morales, un modelo más humano y HUMANIZADOR.
Buena
parte del discurso psicosociológico fue abordada con solvencia durante la sesión
de tarde de la jornada inaugural por Dña. Laura Gómez García (Criminóloga del Instituto
de Psicología Jurídica Científica), D. David Buil Gil (Investigador del Centro Crímina
para el Estudio y Prevención de la Delincuencia) y D. Guillermo González Porta (Criminólogo
y Subdirector de “Criminología y Justicia, España”), en su exposición conjunta “Presupuestos,
alcance y límites de la Justicia Restaurativa como derecho de las víctimas y
beneficios para el infractor”.
El
tratamiento criminológico que los ponentes dispensaron a la Justicia
Restaurativa resultó extenso y muy completo. Iniciando un recorrido desde
exigencias victimológicas tan esenciales como; satisfacer la necesidad de
atención de la víctima a través de técnicas de escucha activa; continuando por
recalcar con tesón la necesidad de invertir más medios y más recursos públicos
en favor de las víctimas; o incidiendo en la capital relevancia de trabajar
los, a menudo olvidados, procesos de autodesvictimización.
Hubo
también una parte del “iter victimae” destinada a promover el cambio de enfoque
respecto a los tiempos y ritmos requeridos en cada caso particular, también a
constatar los efectos psicológicos de la victimización / desvictimización
, e incluso a realizar una notable aproximación conceptual al “miedo al delito”,
subrayando las complicaciones que acarrea variabilizar cuantitativamente fenómenos
subjetivos.
A modo de
reflexión sobre las consecuencias psicológicas, sociales y económicas del miedo
al delito, concretamente a tenor de las consecuencias económicas, no pude evitar
ser interrogado durante la ponencia por mi viejo e inquisitivo amigo Cicerón.
Quien, en estos casos, siempre me susurra al oído con sorna y complicidad: Cui
bono?....cui prodest?
Posteriormente,
pudimos aprender y ser partícipes de la perspectiva iberoamericana ‐
concretamente de la mexicana‐ de la mano de dos autoridades en la materia; Dña. Lucero Ramírez
García (Directora de la Asociación Astas AC México) y D. Eduardo G. Bolaños
Hurtado (Mediador Penalista de la Procuraduría General de Justicia del Estado
de Nuevo León). De la ponencia “Justicia Restaurativa desde la perspectiva
de género en México” expuesta por Dña. Lucero Ramírez, resultaron muy
destacables sus aportaciones psicoterapéuticas, desde el ámbito de la Tanatología,
en lo relativo a los supuestos especialmente graves con resultado de muerte, o
la interesante exploración que, desde la óptica de género, desarrolló en torno
al “falso poder masculino”, y la asunción de riesgos extras que el desempeño de
este rol “alpha” conllevan.
Por su
parte, D. Eduardo G. Bolaños, en su dinámica intervención “Justicia Restaurativa:
una mirada panorámica”, nos ofreció una interesante visión sobre el paisaje
jurídico‐social de la mediación penal y
los procesos restaurativos en el Estado mexicano de Nuevo León, desde el
enfoque práctico de quién maneja conflictos a diario.
La mesa
redonda “La Justicia Restaurativa en el contexto internacional: hacia una construcción
de un modelo universal” fue ultimada con sobresaliente liquidez por el siempre
resuelto y pedagógico D. Carlos Pérez Vaquero (Doctor en Derecho por la Universidad
de Valladolid y Profesor de la Universidad Internacional de la Rioja), a través
de su eficiente ponencia “Ejemplos Prácticos del arreglo pacífico de Controversias
Internacionales” relativa a la resolución de disputas ecuménicas.
De esta
ilustrativa mesa llamaron mi atención muchas cuestiones, pero quiero
destacar
la mención expresa que hubo al Caso de Hellen Keller. De forma automática mi mente
estableció un claro paralelismo con la novela de José Saramago “Ensayo sobre
la ceguera”, ya que en ambos casos se nos advierte acerca de las
contingencias y los problemas derivados de la incomunicación. Si como dijo
Gandhi, "ojo por ojo, y el mundo acabará ciego", el
punitivismo enrocado en sus propios postulados cual Yang solitario, nos
conduce de forma irremediable a esa ceguera y a esa sordera adquiridas e
impuestas. Motivo por el cual la aplicación efectiva de los postulados y métodos
de la Justicia Restaurativa se plantea tan necesaria, puesto que supone, en
suma, el necesario Ying que viene a completar al truncado Taijitu de
la Justicia.
La falta
de espacio me obliga a ser breve, pero no quiero olvidarme de rememorar al
inconmensurable D. Héctor Alejandro Valle López, que inundó con su sabiduría,
humor y el buen hacer de su psicología restaurativa, todo el recinto del Aula
Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Burgos.
Tampoco
quiero olvidarme de recordar a nuestra magnífica profesora y mentora Dña.
Virginia Domingo de la Fuente, quien, conjuntamente con el Dr. D. Miguel Ángel Iglesias
Río, hizo posible que esta edición fuera todo un éxito. Como tampoco querría olvidarme
de recordar a Dña. Patricia Tapia Ballesteros (por su excelente ponencia y su amplitud
de miras), a D. Pau Jordan Montesinos (por su peculiar metodología tratamental basada
en el yoga) a D. Abraham Fernández Murcia (por su pragmático enfoque de intervención
social) a D. Santiago Quiroz Villareal (por su elegante trasfuguismo desde el “lado
oscuro de la fuerza” hacia el lado restaurativo) ni de un largo etcétera de extraordinarias
personas que, gracias a sus ponencias, comunicaciones e interacciones, lograron
capturar y transmitir el espíritu de la Justicia Restaurativa. Esencia que sin
duda se puede extrapolar ampliamente a la praxis real más inmediata.
Y dando
buena fe de ello, quiero finalizar con una frase expresada por D. Sergio Cámara
Arroyo durante la apertura del Congreso, que supone la quinta esencia sincrética
de tal trasposición a la realidad práctica:
“Nuestro sistema
está preparado para nuevos procesos restaurativos”.
José Mª Astarloa García
Estudiante de 4º curso del Grado en Criminología de la UNIR y
coadministrador de la web de contenido criminológico
“Elementos Criminales”
Jmastarloa@gmail.com
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