Hablemos
de la delincuencia, pero no de cualquier delincuencia, sino de la centrada en
los menores, aquellos sujetos aun en formación, a todos los sentidos y
perspectivas. ¿Pueden salvarse? Puede que una intervención a tiempo, detectada
durante el periodo de la infancia o la adolescencia pueda detener una futura
carrera delincuencial en el periodo vital maduro.
Consideramos
al psicópata como un sujeto integrado en nuestra sociedad, pero ante los actos
delictivos, estos individuos son mucho más indetectables. Siempre se ha
considerado la existencia de este fenómeno en la población, pero es importante
y extremadamente determinante la búsqueda de los factores que desencadenan la
psicopatía, porque suelen tener lugar también durante etapas más previas, como
serían la adolescencia y la infancia.
Se
podría considerar la psicopatía en edades tan tempranas, pero siempre se han
puesto múltiples pegas y críticas debido a que la personalidad no está
totalmente desarrollada en esos ciclos vitales, por lo que, en todo caso, se
permitirá contemplar como “trastorno psicopático de conducta”.
En
otras palabras, múltiples investigaciones acerca de la psicopatía se han
centrado en el fenómeno citado sobre la población adulta, pero es importante
ver el lado de la psicopatía infantil, a su vez, para poder entender mejor la
evolución de este tipo de trastorno de conducta.
En
los niños y adolescentes, estos rasgos pueden diferenciarse o ser más mínimos,
sabiendo que estas conductas antisociales pueden desaparecer con el tiempo al
ser confundidas con comportamientos experimentales propios de la edad o, por el
contrario, mantenerse en el tiempo, lo cual hace que esa conducta tome asiento
en las bases de la personalidad y carácter habitual del individuo, lo cual
supondría el asentamiento de la psicopatía, pudiendo considerarla como tal
cuando el sujeto pasa la mayoría de edad, algo que se conocerá con respecto al
motivo del fenómeno más adelante en el análisis del trabajo.
PSICOPATÍA
La
psicopatía está considerada como un constructo de gran relevancia tanto clínica
como criminológica, que es lo que nos atañe en la actualidad frente a los
estudios realizados en los que se basa este trabajo.
Múltiples
estudios epidemológicos muestran que una gran proporción de los delitos es
realizada por una minoría de delincuentes persistentes y lineales, y está
estimado que los psicópatas pueden formar parte de esta minoría previamente
citada. Los psicópatas muestran una muy pobre y baja tasa de éxito ante los
tratamientos efectuados con dichos sujetos.
En
los últimos años, ya que con anterioridad ha resultado existir poco consenso
con respecto al análisis clínico y criminal de la psicopatía, Hare realiza una
concepción que muestra un acuerdo con respecto de la mayoría de los estudiosos
de la materia, y es una concepción en la que confluyen y participan tanto los
aspectos personales, como los comportamentales.
Lykken
propuso en 1957 que la psicopatía estaba caracterizada y estructurada por
carencias y déficits a la hora de experimentar miedo o ciertos niveles de
ansiedad (lo denominamos la hipótesis de bajo miedo o low fear
hypothesis).
Cuando
nos centramos en especializar y enfocar aún más el término de psicopatía en
menores, debemos poner la mira en que se entiende que un/ menor trata de
procesar las normas por la que el mundo de los adultos está regido, y emprende
la búsqueda de aclarar ciertas incógnitas personales como el averiguar qué
esperan o no de ellos. La implicación, esfuerzo e interés que se emplea en el
sujeto menor para conseguir todo esto depende de lo temeroso que sea dicho
individuo.
El
sujeto menor psicópata no deja de realizar sus comportamientos ni de cambiar su
conducta una vez ha sido reprendido. Si a esto sumamos el hecho de que suelen
ser individuos egocéntricos, anestesiados emocional y patológicamente, es
complicado el trato con ellos.
Una
persona poco temerosa puede establecer relaciones estrechas con más facilidad
que una algo inhibida. Pero las relaciones de un niño/a poco temeroso con sus
padres no funcionan bien; de hecho, desgraciadamente suelen tener relaciones
tormentosas con sus allegados, y las nuevas amistades serán más reforzantes que
los familiares. El fracaso que muestran al seguir un plan de vida, un niño/a
sin metas claras y que no conoce bien cuáles son las reglas que ha de seguir en
sociedad, seleccionará un número inferior de conductas constructivas, al no
tener la ayuda de la conciencia y la restricción del temor. Basan una gran
parte de sus conductas en la búsqueda de recompensas en el momento (García, 2004).
Perfil del psicópata
La
psicopatía en general y en sus extremos de mayor gravedad, se suele dar a
conocer por las características de los individuos y de sus actos delictivos
atroces, pero también se encuentran otro tipo de manifestaciones que delatan a
sujeto psicópata[1]:
- Impasividad, frialdad y falta de empatía con respecto a sentimientos ajenos.
- Manipuladores, cierta seducción y encanto personal con el objetivo de lograr lo que quieren de los demás.
- Muchos psicópatas no llegan a delinquir, pero el pequeño porcentaje que lo hace, se muestra directamente transgresor de las normas sociales de convivencia, caracterizado por una clara conducta criminal y crueldad en su forma de ser y actuar.
- Ausencia de culpa y remordimientos con respecto a las conductas llevadas a cabo, a pesar de tener conocimiento del daño que causa con lo que conllevan sus actos. Capacidad de juicio claro, distinguiendo entre el bien y el mal, con una inteligencia normal y, en múltiples ocasiones, superior a la media.
- Incapacidad de formar relaciones personales o sociales saludables, estables y duraderas en el tiempo.
- Ausencia de alucinaciones o delirio, estado de irritabilidad o ansiedad que puedan conducir y otorgar una explicación a su conducta.
- Pensamiento y conducta guiados por el raciocinio y el pragmatismo, con un escaso papel otorgado a los sentimientos, lo que algunos autores han denominado como “narcisismo social”.
- No suelen sentir miedo ni responden temen las represalias ante la comisión de los hechos delictivos.
- La opinión de los demás no es tenida en consideración por los sujetos psicópatas, y no les importa que su comportamiento no sea socialmente aprobado.
- Su apariencia es de dominio total y control de las situaciones, aparentemente tratan de llevar una vida corriente, pero en el fondo ocultan sus verdaderas tensiones e intenciones.
- No huyen ante situaciones verdaderamente estresantes, sino que buscan maneras de liberar esas tensiones internas, como práctica de ejercicios extremos, por ejemplo.
- Pueden parecer en algunos momentos irritables e irascibles ante momentos particulares o determinados, a partir de los cuales se desencadena, sin motivo real o aparente, una situación de violencia física o verbal.
- Los sujetos psicópatas suelen mostrar conductas adictivas, ya sea conductual como la cleptomanía o piromanía, o el consumo de sustancias ilegales, drogas.
Aunque
la psicopatía se vaya formando desde pequeño, al ser un rasgo de personalidad
interno, no en todos los casos se va a expresar a edades tempranas, siendo más
frecuente que se vaya a expresar a partir de la adolescencia, donde existe
cierto grado de permisividad social con los jóvenes, incluso a la hora de
cumplir con las normas de conducta, ya que se supone que en ésta época están
guiados por las hormonas y no son responsables de lo que hacen (Romero, 2001).
¿ES
CORRECTO EL TÉRMINO “PSICOPATÍA” EN MENORES?
El
término correcto, ya que la personalidad no está completamente formada en
menores, sería trastorno de conducta de la personalidad antisocial o
psicopática.
El
concepto considerado como “psicopatía” se reservaba en sus inicios para
personas mayores de dieciocho años. Sin embargo, la inmensa mayoría de clínicos
e investigadores estarían de acuerdo en que las características personales y
conductuales que definen este concepto, no aparecer de manera súbita en la
etapa adulta, sino que van dejando rastro en momentos vitales aún más
tempranos.
La
rápida detección de la psicopatía es algo fundamental para su “tratamiento”,
dado que conlleva múltiples dificultades, dicha actuación en la infancia y
adolescencia se revela como una alternativa de gran importancia.
Múltiples
autores e investigadores aplicaron de forma directa el concepto de psicopatía a
los sujetos en etapa adolescente de entre 13 y 18 años, entre ellos Newman,
O´Brien, Scerbo y Chan, Smiley, Raine…
etc., intentando comprobar si los resultados existentes experimentales
provenientes de las investigaciones con psicópatas adultos podrían aplicarse a
poblaciones adolescentes y si el concepto de psicopatía juvenil podría ser
válido en este campo de estudio.
Para
delinear el concepto de psicopatía en la infancia y adolescencia, los autores
que han investigado en las líneas académicas, con respecto a este campo, más actuales parten de la convicción de que
las características psicopáticas pueden ser identificadas verídicamente en
individuos jóvenes, y que existe un pequeño subgrupo de niños que muestran
indicios tempranos de psicopatía; un conocimiento exhaustivo de los mecanismos
que subyacen a la conducta de estos niños servirá para desarrollar vías de
intervención que prevengan alteraciones comportamentales importantes (Romero, 2001).
Existen
ciertas reservas a la aplicación del término psicopatía en niños. Estas
reservas se refieren, por una parte, a las connotaciones negativas del término
respecto al pronóstico y a las dificultades de tratamiento. Por otra parte, se
temen las connotaciones biológicas del término, de forma que quizás se pueda
ignorar la influencia del contexto social del niño en el desarrollo de su
personalidad (Romero, 2001).
La
investigación realizada por Frick (1998), ha verificado una específica
continuidad entre los conflictos comportamentales en la infancia y la conducta
antisocial en etapa adulta, de manera que los adultos con comportamiento
antisocial suelen tener una historia previa durante la infancia de alteraciones
de conducta.
NEUROLOGÍA
DE LA PSICOPATÍA EN MENORES
Existen
numerosas razones por las cuales las investigaciones acerca de la psicopatía se
centran más en la población adulta que en la infantil, algo que se considera
necesario y, de alguna manera, una característica que supone un proceso de
retroalimentación, pues ambos muestrarios y estudios se dan la mano para la
comprensión del fenómeno psicopático en su plenitud.
Para
muchas personas, hablar de psicopatía en menores resulta un fenómeno de arduo
trabajo, ya que les resulta poco ético colgar en una etapa tan temprana una
etiqueta como esta, pero muchos estudios de investigación aseguran que ya desde
la infancia, hablamos de una edad entre los dos y cinco años, empieza a
gestarse la psicopatía.
El
término “psicópata” se asocia a la criminalidad. Esta asociación no va mal
encaminada, pero en múltiples ocasiones se emplea sin conocimiento de causa.
Con las características de personalidad propias del sujeto psicópata, resulta
muy fácil entrar en contacto con el sistema legal y jurídico de la sociedad.
Este
trastorno no se manifiesta de la misma manera en niños que en adultos; por esta
razón, es más apropiado, cuando hablamos de niños y adolescentes, menores en
general, hablar de rasgos psicopáticos. De esta manera, evitamos atribuir la
etiqueta de intratable, que se asocia a los psicópatas en la edad adulta (Halty, Martínez, Requena, M. Santos, & Ortiz,
2011).
Otra
de las causas por la que no se encuentran desarrollos de investigaciones en
este tipo de muestra, se debe al debate existente a la hora de considerar si la
psicopatía es un constructo válido para los jóvenes, ya que se encuentran aún en
periodos sensibles para el desarrollo (Halty,
Martínez, Requena, M. Santos, & Ortiz, 2011).
Muchas características psicopáticas que
aparecen en la adolescencia, no son más que particularidades completamente
corrientes del desarrollo, y que, cuando el individuo o menor llega al ciclo
vital de la madurez, tienden a evaporarse.
Sin
embargo, consideramos otros autores que defienden que los síntomas presentes en
un diagnóstico de psicopatía son detectables durante la infancia.
Seagrave
y Grisso señalan la similitud que hay entre cómo el adolescente tramita esta
fase del desarrollo y los ítems que evalúan la psicopatía. Así, con relación al
factor interpersonal/afectivo de la psicopatía, los autores señalan que la
grandiosidad, la falta de empatía y los remordimientos, y el fallo para aceptar
la responsabilidad de las transgresiones que son típicas de la psicopatía,
también se dan en adolescentes (Halty, Martínez,
Requena, M. Santos, & Ortiz, 2011).
La
fase de la pubertad es una etapa vital que se caracteriza por la búsqueda
continua de la identidad personal, donde el sujeto ha de probar ciertas
conductas, ya sean de riesgo o beneficiosas para sí mismos. Estos
comportamientos, con el tiempo y la normalidad, tienden a desaparecer o
mantenerse presentes.
Resulta
de suma importancia diferenciar entre un desarrollo corriente y una patología
de las características de la psicopatía. Johnstone y Cooke afirman la
existencia de características que desde edades muy tempranas pueden
identificarse en los menores desde la más tierna infancia, como la carencia de
empatía, el encanto superficial o la ausencia de sentimiento de culpa.
Es
conocido por investigaciones longitudinales que la psicopatía tiene las bases
de su origen en la infancia y adolescencia, y es una variable predictora de
comportamiento adulto criminal (Halty, Martínez,
Requena, M. Santos, & Ortiz, 2011).
A
pesar de eso, se debe tener constancia de los rasgos evolutivos propios del
adolescente en cuestión, ya que muy a menudo, algunos síntomas asociados con el
trastorno de conducta psicopático pueden aparecer en la adolescencia como una
etapa vital más, y se puede realizar un falso diagnóstico positivo.
La
diferencia de este grupo de menores es que son, de manera inexplicable,
diferentes a los niños normales. Se observa en ellos una mayor dificultad a la
hora del trato humano, traviesos, agresivos, mentirosos, con deficiencias
sociales, dificultad en la expresión emocional… etc. Como resultado ante todo
esto, no aprenden de las represalias tomadas contra ellos en forma de castigo,
por lo que la socialización para ellos resulta un gran reto.
Otra
de las líneas de investigación que trata de agrandar el concepto de psicopatía
hacia los menores, fue desarrollada por Frick, que pretendía poner énfasis en
el rasgo CU, que englobaría una enorme carencia empática, ausencia de
culpabilidad, encanto superficial… que tanta relevancia ha aportado para los
estudios de la psicopatía en la edad adulta.
La
coexistencia de todas estas líneas de estudio investigativo, podría ser un
factor interesante en el avance de los conocimientos existentes acerca de las
características psicopáticas en adolescentes y niños.
“Tanto Lyman como Frick desarrollan dos de
las medidas más utilizadas en la evaluación de la psicopatía en niños. Frick et
al crean el APSD (Antisocial Process Screening Device) para evaluar las
características psicopáticas en menores. El APSD es un cuestionario de
autoinforme integrado por 20 items equivalentes a los 20 items utilizados en el
PCL-R. Por su parte, Lynam desarrolla la Child Psychopathic Scale, compuesta
por 41 items que se centran en evaluar problemas de conducta más el componente
de hiperactividad-impulsividad con déficit de atención” (Halty, Martínez, Requena, M. Santos, & Ortiz,
2011).
Aportaciones desde la
neurociencia
En
este campo psico-tecno-biológico, se han llevado a cabo diversas
investigaciones en las que se sugiere que las dificultades afectivo-emocionales
en relación con este abanico específico de población, interfieren en el proceso
moral de socialización del individuo, colocándolo en una situación de alto
riesgo con posibilidades mayores de desarrollar comportamientos antisociales.
Encontramos
dos teorías básicas para el estudio de este fenómeno desde la neurociencia:
- - Hipótesis del bajo miedo: esta teoría sugiere
que el fallo contemplado en la socialización del ser humano es el fenómeno
resultante de una disminuida capacidad para experimentar el miedo o terror y
una reducida capacidad para ajustar su conducta ante las repercusiones
negativas de los hechos que estos individuos llevan a cabo.
En
la gente corriente, los estímulos relacionados a las experiencias traumáticas o
a las repercusiones del pasado provocan de manera inmediata una predisposición
defensiva que anula la conducta de aproximación. Esto está causado por el miedo
a ser castigados o a que otra persona sea el objeto diana de las consecuencias
de nuestra conducta.
Dirigiendo
la mira hacia los sujetos psicópatas, los datos extraídos por las
investigaciones confirman que los estímulos aversivos han de ser más intensos para
provocar una respuesta de defensa que corte de raíz el comportamiento
aproximativo.
- - Modelo de mecanismos de inhibición de la
violencia: Este modelo sugiere que hay un mecanismo básico que se acciona ante
sentimientos de miedo y tristeza. El funcionamiento del mismo es fundamental
para la adecuada socialización de los individuos, ya que los sujetos con salud
social consiguen avanzar y evitar los comportamientos que sugieren e introducen
esos sentimientos de tristeza y terror en los otros, porque resulta aversivo
para el espectador.
Algunas
investigaciones han llevado a cabo la integración de ambos modelos desde una
perspectiva biológica. Esta perspectiva sugiere que una disfunción en la
amígdala puede estar crucialmente relacionada con la dificultad de estos
sujetos de experimentar determinadas emociones, ya que la amígdala está
implicada en el reconocimiento de expresiones emocionales, entre ellas el
miedo. La amígdala está considerada una estructura esencial para el
procesamiento emocional de las señales sensoriales, ya que recibe proyecciones
de todas las áreas de asociación sensorial (Halty,
Martínez, Requena, M. Santos, & Ortiz, 2011).
La
amígdala en el caso de la psicopatía no es el único sistema alterado, también
se encuentran otras regiones cerebrales como, por ejemplo, la corteza
prefrontal ventromedial. Contreras et al afirma que su importancia funcional es
obvia, si se considera el factor “complejidad” de las conexiones con otras
zonas del cerebro. Esta, en especificidad, es la única zona prefrontal
caracterizada por la existencia de densos vínculos recíprocos para con la
amígdala.
Se
trata de una estructura de forma consistente con el aprendizaje emocional, la
modulación emocional de la memoria y el reconocimiento de expresiones
afectivas. Se encarga de la modulación emocional de la actividad cognitiva y
desempeña un papel de intermediación entre las estructuras cerebrales
responsables de la cognición y las que controlan las emociones. Por esto, una lesión
en la VMPFC puede provocar la interrupción de la principal vía de comunicación
emocional cerebral y las estructuras de procesamiento cognitivo, y privar así a
estas últimas de información afectiva esencial para llevar a cabo su función de
manera acorde con las metas del organismo (Halty,
Martínez, Requena, M. Santos, & Ortiz, 2011).
Desde
la neurociencia, cada vez las investigaciones se centran de una manera más
plena en el estudio de la psicopatía y del rasgo CU; se deberá prestar una
especial atención a estos estudios para actualizar las nuevas aportaciones
acerca de la psicopatía.
LOS
NIÑOS DE LIVERPOOL
A.
RESUMEN
DE LA HISTORIA
Los
hechos a los que nos remitimos son claros. 12 de febrero de 1993. Las imágenes
grabadas de las cámaras de un centro comercial en New Strand en Merseyside,
Liverpool, Reino Unido, muestran a una pareja de niños de diez años
secuestrando a otro menor para, con posterioridad horaria, asesinarlo
cruelmente.
Aquél
día habían faltado a clase de nuevo, y su presencia fue un factor notable en el
centro comercial, al entrar gritando y revolviendo las revistas y propaganda de
los mostradores. Algo que es notable dada una ausencia de atención en sus
hogares.
A
las 15:39, el centro comercial estaba abarrotado, y los niños aprovecharon el
momento en el que la madre de un niño de dos años de edad se despistaba para
llevárselo cogido de la mano en contra de su voluntad y salir del centro para
no volver.
Durante
un periodo de cuatro kilómetros, Robert y Jon arrastran al pequeño, el cual
solloza buscando a su madre. El largo paseo terminó al llegar a un descampado
junto a las vías de un tren, en la zona de Walton.
Los
chicos pintaron a James, el pequeño, todo el cuerpo de verde para, tras
aquello, maltratarle físicamente. Le atacaron con diversos ladrillos que
encontraron cerca de las vías y le golpearon en repetidas veces con una barra
metálica, para después comenzar a patearle. Le pisotearon las manos y los dedos
hasta rompérselos y, por si no era suficiente, poco después le desnudaron para
abusar sexualmente de él, introduciéndole pilas por la cavidad anal.
La
tortura finalizó cuando saltaron sobre el estómago y pecho del pequeño hasta
reventarle el vientre. Una vez fallecido, colocaron el cadáver fríamente en las
vías para que todo pareciese que había sido accidental. Entre risas volvieron a
casa bromeando.
Cuatro
días después, el cadáver de James fue encontrado cortado por la mitad; la
sociedad estaba conmocionada ante el descubrimiento de que los asesinos eran,
nada más y nada menos, que dos menores, dos niños de diez años.
B. ANÁLISIS: PSICOLÓGICO, ENTORNOS FAMILIARES Y EDUCATIVOS
Múltiples
expertos trataron de buscar una solución que justificara los hechos que Robert
Thompson y Jon Venables habían llevado a cabo. Llegaron a la conclusión, como
factor precipitador, que no explicativo y justificante, de que ambos vivían una
situación complicada en sus hogares.
Ambos
dos se conocieron durante la infancia a raíz de estos problemas, y encontraron
el uno en el otro la comprensión que buscaban con tanto ahínco. Sus familias
tenían un currículum de violencia en el hogar, hermanos con dificultades en el
aprendizaje, alcoholismo, divorcios, abandonos de sus progenitores… Los dos
contaban con una rutina escolar compleja, ya que no eran buenos estudiantes, se
podía constatar absentismo escolar y una amplia colección de partes o
amonestaciones por parte de sus profesores.
Días
antes del asesinato, habían quedado para ver la tercera secuela de la película
de Chuky, el muñeco diabólico, irónicamente. Durante el interrogatorio, esta
película fue el aliciente que sirvió de inspiración para cometer el crimen. Lo
habían intentado previamente con un niño, pero por suerte la madre llegó a
tiempo y no tuvieron ocasión de realizar lo que a un día después consiguieron.
Reincidencia y factores de
conducta antisocial continuados: El 3 de marzo de 2010, Jon
volvió a ser detenido por consumo de drogas y alcohol, asiduo a la pornografía
infantil y comisión de abusos sexuales con su hija de ocho años. Tras cumplir
una condena de dos años, fue liberado en septiembre de 2013 (G. Álvarez, 2015). De Robert no se supo nada
más.
PREVENCIÓN
E INTERVENCIÓN
Como
“topping decorativo” para la búsqueda de detección de este fenómeno, se han
llevado a cabo ciertas técnicas, aun experimentales, de detección de la
psicopatía en niños y adolescentes. Estas técnicas se precisan sobre todo en el
incremento de fiabilidad y precisión en los diagnósticos de la psicopatía.
- - El
paradigma del sobresalto potenciado: los sujetos con los que se
ha llevado a cabo la experimentación, se realiza una metodología de estudio
precisa que consiste en la visualización de diapositivas agradables, neutrales
y violentas. Simultáneamente a la presentación de imágenes, se incorpora un
conjunto de sonidos intensos que inducen al parpadeo de manera refleja.
Se
sitúan electrodos en la frente, para medir el nivel con que el sujeto frunce el
ceño, y en el lateral del ojo, para medir el reflejo de parpadeo o parpebral.
Los reflejos situados suelen indicar que las escenas placenteras producen un
reflejo menos intenso, mientras que las amenazantes potencian el reflejo cuando
se comparan las respuestas con situaciones neutras (Lykken, 1995).
Con
los individuos en periodo de experimentación, se pudo demostrar que la
respuesta de anticipación de los psicópatas era menor que en los otros
grupos.
- - El
paradigma de la cuenta atrás: Este modelo consiste en
que la persona con la que se realiza el mismo escucha una voz haciendo la
cuenta atrás desde el número 9, con intervalos de tres segundos por cada cifra
numérica. Anteriormente, se le ha comentado que en el momento en que la voz
diga cero, se le aplicará una descarga eléctrica.
Los
psicópatas primarios muestran un escaso arousal electrodérmico durante la
cuenta atrás, mientras que en los sujetos normales presentar uno alto, por el
contrario, desde el inicio de la cuenta contrarreloj.
Consideramos
como prevención el conjunto de medidas destinadas a evitar que un evento se
produzca o, si ya se ha producido dicho fenómeno, impedir que vuelva a
producirse o que la situación se reduzca en frecuencia o gravedad.
En
cualquier población se debe realizar una prevención desde tres puntos de vista
importantes ya estudiados con anterioridad, que para más aclaraciones y
estabilidad formativa serán definidos, como son:
- - La prevención primaria consiste en evitar
nuevamente que aparezca un desorden determinado. Actúa de modo social y
comunitario, de manera que se minimice la presencia de los factores de riesgo
posiblemente existentes, potenciando y aumentando el peso de los factores de
protección.
Aquí
nos estamos refiriendo, mayoritariamente a la acción preventiva predelictiva
que tiene lugar antes de que intervenga la policía y los tribunales, desde una
perspectiva delincuencial y específica. Sus estrategias van encaminadas hacia
una educación preescolarizada, a una mejora en entornos familiares y educativos
y a un pronto tratamiento de la conducta antisocial psicopática.
La
psicopatía como tal no se puede erradicar ni prevenir, pero si sus factores
precipitadores, que harán que se desarrolle de una manera más beneficiosa para
los sujetos y la sociedad en la que están insertos u otra más negativa.
o
En cuanto a la educación en ámbitos
preescolares, se deben establecer múltiples programas, muchos ya han sido
instaurados en algunas zonas, con el objetivo de desarrollar adecuadamente el
la correcta cognición y rendimiento escolar de los niños. El aprendizaje ha de
tener una participación activa por parte de los mismos, junto a un fomento de
la independencia de éstos, que haga incrementar niveles de autoestima, la
inculcación de adecuada gestión de conflictos, continuidad en los estudios y
tareas escolares, buena socialización con los compañeros y la sociedad, en
general, así como con los tutores escolares.
o
La prevención familiar de los menores es
fundamental, ya que generan una notable mejora en desarrollo cognitivo,
reducción de dificultades en el comportamiento, prevención del maltrato
intrafamiliar y negligencia en los menores desde edades muy tempranas.
- En el caso de la prevención secundaria, se
procura evitar la progresión de conductas y actuaciones comportamentales
problemáticas aún de bajo nivel, hacia disfunciones más severas. Actúa en un
contexto de grupos de riesgo.
En
estos casos, tratamos con otro tipo de situaciones, ya que se debe realizar la
intervención sobre niños concretos, en los que la conducta perturbadora ya
tiene cierta notoriedad.
Muchos
de los programas ya existentes en esta modalidad de prevención centran su
atención en el empleo del elogio para el comportamiento correcto del menor,
sanciones para la conducta incorrecta, negociaciones tutoriales o familiares y
aprendizaje de la gestión de conflictos.
o
Intervenciones en la escuela: la escuela
constituye una organización social que ejerce un considerable efecto sobre la
conducta y los logros de los niños, para controlar los cambios que se producen
en chicos de una etapa escolar a la siguiente (Maughan, 1994). Se trata, por
tanto, de mejorar la capacidad social del niño en el medio escolar y reducir la
conducta agresiva. En este sentido, la escolarización eficaz se caracteriza por
una dirección fuerte y positiva, expectativas por parte de los alumnos, un
seguimiento sistemático del progreso de los alumnos, un empleo apropiado de
recompensas y castigos, una adecuada implicación de los padres o tutores del
menor en las actividades escolares y una atención en el aprendizaje y enseñanza
de alta calidad (Mortimore, 1995).
o
Intervenciones multimodales: Las
intervenciones a las que nos estamos refiriendo, han pasado de basarse en un
único elemento a tener un carácter multifacético, en el cual influyen múltiples
elementos y hay que dirigir la mira a cada uno de ellos para posibilitar una
correcta intervención.
Este tipo de intervención,
en concreto, consiste en estrechar los vínculos familiares y escolares con el
niño, aportando elementos fenoménicos de afecto hacia los demás, compromiso y
creencia en los valores y normas sociales impuestos por la sociedad.
El desarrollo de estos
programas interventivos están dotados de una enseñanza de resolución de
conflictos sociales y cognitivos, una mejor comunicación, la aparición de las
figuras paternas y maternas para la mejor adaptación del niño, y fortalecer las
capacidades de enseñanza con respecto a estos menores por parte de los
profesores.
Se denomina intervención multimodal,
básicamente, porque dirige sus miras hacia los entornos familiar, escolar y
psicológico.
-
Finalmente, la última tipología de
prevención, la terciaria, tiene como objetivo identificarse con el tratamiento
de un desorden ya establecido, y disminuir su prevalencia en tanto en cuanto se
trata de limitar o extinguir su duración.
Aquí
aparece la figura del menor que ya ha recibido algún tipo de trato judicial o
la notificación del hecho delictivo por parte de un tercero. En este caso es
más complicado, porque el fenómeno delictivo ya se encuentra ahí, pero las
medidas que se pueden tomar son las siguientes:
o
Reducción de las oportunidades para delinquir
o
Incremento del esfuerzo que requiere el menor
para cometer el hecho criminal.
o
Reducir los beneficios que puede aportarle al
individuo delincuente tras la finalización del hecho delictivo.
o
Políticas de desviación
o
Justicia restauradora
o
Enfoques de choque corto y agudo: programas
de encarcelamiento que fueron llevados a cabo en 1980 en EEUU, donde se les
encarcelaba de repente o se les reclutaba en un campamento. Pero el resultado
de este método no tenía respuestas ni negativas ni positivas.
o
Custodia
o
Tratamientos psicológicos
Una vez has entrado en el
mundo del crimen y la delincuencia, es difícil salir. Cada delito, asesinato,
crimen, secuestro… te parece más fascinante que el anterior y te vuelve más
curioso, enredándote más en la desviación social (López, M.).
Estudiante de Criminología en la
UCJC
Estudiante de Periodismo en la URJC
Blogger de páginas web de
Criminología y Moda
Redactora en la Página Web “Criminología de estar por casa”
Contacta mediante e-mail:
martuchiger@gmail.com
[1]
Características extraídas de un artículo académico de Dr. Juan Moisés de la
Serna, Doctor en Psicología. Artículo publicado en la página web www.webconsultas.com , en su sección de
mente y emociones.
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