lunes, 23 de febrero de 2015

Ser o no ser (criminólogo)... esa es la cuestión


Primero de todo quiero recalcar que esto no es más que una opinión propia y personal y que, lo último que quiero es generalizar. Este es un artículo que escribí hace unos meses en mi blog y, si hoy lo expongo, es porque sigo pensando lo mismo.


“He de reconocer que es muy posible que vaya a tirar piedras sobre mi propio tejado metiéndome en este tema, pero me desilusiona leer algunos artículos (por lo que veo, muy de moda ahora) relacionados con el debate sobre a quién se le puede llamar criminólogo y a quién no.

Que si los primeros criminólogos tenían un título propio y eso no sirve de nada; que si después podía estudiarse como licenciatura y ésta tiene infinidad de carencias; que si el Ministerio de Educación reconoce que lo que sirve es cursar el Grado y es lo que va a misa; que gracias a los Colegios de Criminólogos que se están creando porqué ellos serán los filtros de la justicia…

Respeto todos y cada uno de los comentarios y artículos leídos aunque vinieran a decir algo así como “Gracias por el camino que habéis abierto para nosotros y todo lo que habéis aportado pero, dejad paso que ahora llegamos nosotros con nuestro título oficial debajo del brazo”. No quiero frivolizar con este tema y menos generalizar, porque hay muchas otras personas que no piensan así. Y a los que sí su opinión es muy respetable también.





Como siempre y como todo, para gustos los colores. Pero una vez más se reabre el debate de la “titulitis”. Vivimos en una época y sociedad en que parece que esta “titulitis” se impone ante el esfuerzo, el reciclaje, la implicación y la humanidad (ahondar en los motivos sería un tema aparte, cada uno tiene los suyos). Que te apasione algo y no tengas un título no sirve; que quieras ayudar y no tengas un título no sirve; que quieras avanzar sin un título no sirve de nada… Si optamos por una visión general de todo lo que nos rodea, tener un título sólo nos certifica que hemos pagado por unos estudios que hemos superado y colegiarnos significa que pagamos para pertenecer a un colectivo con un título oficial (que también es importante, por supuesto, pero ¿hasta qué punto?).

Estudiar es lo más importante para obtener una base adecuada y unos conocimientos básicos por los que empezar a crear un futuro, pero no sirve de nada si no te apasiona lo que has estudiado, pones tu empeño en seguir indagando en tu campo o pretendes hacer algo de provecho con las herramientas que tienes al alcance de tu mano. ¿Cuántas ocasiones hemos acudido a algún profesional porque necesitamos de sus servicios y nos hemos ido peor de cómo hemos entrado? ¿Cuántas veces hemos acudido a la Administración y hemos pensado que sin habernos movido de casa estaríamos en el mismo punto? ¿Por qué en la mayoría de sistemas de elección de personal se opta por el mejor titulado? ¿O el que mejor pasa una batería de test? ¿O el que mejor se defiende en una entrevista personal? Y así, sucesivamente…

Bien cierto es que cada puesto de trabajo exige unas condiciones y que, hay muchos ejemplos de profesiones que sin un título no podrían ejercer ya que en sus manos está la salud (física o mental) de nuestros ciudadanos, o parte de la educación de nuestros hijos, o los ahorros de toda nuestra vida o nuestra seguridad o lo que sea. Pero lo importante además de ser un buen profesional (sea lo que sea a lo que te dediques y tengas un título oficial o un título de plastilina) es la implicación, el esfuerzo y la pasión que pongas en lo que haces. No podemos dejar que nos envuelva el halo de ser meros números en multinacionales y no tan multinacionales aunque laboralmente nos eduquen así, porque ese es el primer paso hacia el automatismo. En ocasiones tenemos que dejar que algunos casos nos afecten porque es la prueba más fehaciente de que seguimos siendo humanos y que todos, al fin y al cabo, acabaremos en un hoyo similar, con más o menos flores, pero en un hoyo. Y todo esto es lo que debe empujarnos a ser cada día mejores, no sólo por nosotros y nuestro bolsillo o reconocimiento, sino sobretodo por los demás y más aquellos que nos dedicamos o dedicaremos a alguna rama con un FIN SOCIAL.


Como se dice en muchos casos: “Si quieres recorrer un camino rápido hazlo solo, pero si quieres no perderte entre las adversidades que te pueda deparar hazlo acompañado”. Y hay que tener en cuenta que ese mismo camino ya hay quien lo ha hecho antes que nosotros, y lo ha hecho bien con lo que ha tenido a su alcance en su momento, y que se esfuerza por mostrarnos lo que ha encontrado para que nosotros vayamos prevenidos y que nos tiende su mano como trampolín para que nosotros cojamos el relevo. No podemos centrar nuestros argumentos en un Sistema Educativo que ha cambiado cada dos por tres y que sigue siendo nefasto porque el título que hoy obtenemos nosotros mañana no puede servir para nada. Hay que coger de la mano al que tienes al lado y caminar hacia un mismo lugar, con tu esfuerzo y el suyo haciendo que funcione la maquinaria y el que no esté dispuesto que se suelte. Hay que ofrecer facilidades a los que quieren seguir tirando del carro y que sea su interés el que hable por ellos y no un trozo de papel que ponga que es tal o cual.

Sé que no muchos no verán la conexión entre un criminólogo y una ONG, pero cuando hablo de este tema me viene a la mente un ejemplo que he vivido, si no en primera persona, en segunda o en tercera… Es muy triste que alguien que quiera enrolarse en una ONG para AYUDAR, tenga que ser médico o profesor o pedagogo o… qué más da. Para mover un saco desde un camión al suelo no hace falta tener un título, a veces ni siquiera fuerza. Para llevar unas camisetas a unos niños y ponerse a jugar a fútbol no hace falta saber jugar. Para curar una herida o poner una vacuna sí. Debemos recordarnos de vez en cuando que, para cualquier tarea social lo importante es ser humano y ser consciente de que cada persona tenemos nuestras limitaciones pero otros muchos valores y que cada uno tenemos nuestro lugar y forma de desenvolvernos. Es verdad que la voluntad sola no siempre lo soluciona todo pero ayuda”. 


“Philosophum non facit barba” (La barba no hace al filósofo)

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Angie Muñoz Mejías
Estudiante de Criminología UOC

                Twitter: @anxineta

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