domingo, 3 de agosto de 2014

Robert Ressler, “el criminólogo” de los asesinos en serie

Todos hemos oído hablar de los asesinos en serie, y evidentemente las series de televisión y las películas de detectives han potenciado nuestro conocimiento, aunque sea así un poco por encima. Pero, ¿quién “inventó” ese término? Seguro que con eso alguno va un poco perdido.

Como buenos criminólogos sabemos que los asesinos en serie son aquellos que matan a tres o más víctimas con un periodo de tiempo entre los distintos asesinatos, también conocido, como el periodo de enfriamiento. Aunque para algunos criminólogos, el individuo que mata a dos personas es posible que ya tenga en mente perpetrar otro asesinato y por  tanto, ya se podría considerar un asesino en serie.

El criminólogo que acuñó el término de asesino en serie (serial killer) fue el americano Robert Ressler, agente especial del FBI. Más o menos todos sabemos, o hemos oído hablar del asesino “el hijo de Sam” que a mediados de la década de los 70 mató a 6 personas sin ninguna relación aparente con un revólver en Nueva York. Pues fue a partir de estos asesinatos donde el término de asesino en serie empezó a utilizarse en el lenguaje popular.

Robert Ressler era un especialista en la identificación y la captura de asesinos, y ayudó en numerosos casos a atrapar a asesinos con la utilización del “perfil psicológico” (Robert Ressler, 1992).




David Berkowitz, el asesino conocido como “El hijo de Sam” (foto de Rare Newspapers.com)


Sí, seguro, que a todos lo primero que le habrá venido a la cabeza es la serie de televisión de Mentes Criminales. Evidentemente, lo que pasa en series de televisión no es lo mismo que en la vida real, pero una parte de lo que aparece en la serie sí que tiene relación con lo que se hacía, y se hace en las instalaciones del FBI en Quántico, Virginia.

 ¿Qué hay de realidad?

Ressler tuvo un papel muy importante en la creación de la Unidad de Ciencias de la Conducta del FBI, por lo tanto podemos decir que el grupo de operaciones que tan bien conocemos los fans de Mentes Criminales, formado por Hotcher, Gideon, Derek Morgan, Spenser Reid, Prentiss y JJ fue, en parte y en la realidad, gracias al trabajo del agente Ressler.
Ressler entrevistó durante años a cientos de asesinos en las cárceles para poder entender el cómo llega alguien a ser un asesino, y el porqué de su forma de actuar.

Gracias a sus numerosas entrevistas se fue realizando una base de datos con toda la información que Ressler y otros agentes del FBI que colaboraron con él, para que esta información pudiera ayudar a ampliar los conocimientos sobre el comportamiento de los asesinos.
El trabajo de Ressler y del FBI también permitió realizar una clasificación de los asesinos en dos categorias. Los asesinos organizados y los desorganizados. Unos términos que si sois fans de series tipo Mentes Criminales habréis oído infinidad de veces (Robert Ressler, 1992).

Todos sabemos que las series de televisión influyen y nos dan una visión de la “posible realidad” que existe, pero hay que tener en cuenta que, aunque a veces hay cierta parte de verdad en lo que ocurre en las series, no debemos tampoco pensar que “todo” es verdad.
En este caso, la serie de Mentes Criminales ha dado a conocer un poco, de lo que “realmente” realiza en FBI en casos de asesinatos en serie, o el conocimiento de conceptos como “perfil psicológico”, pero está bien saber, y este es mi objetivo con este escrito, cómo es o de donde vienen estos conceptos que tanto oímos, en la realidad.

Si sois muy fans de la serie y queréis saber más sobre Ressler os invito a que os leáis su libro “Asesinos en serie”, porque creo que os va a gustar.


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Anna Serra Crispi
Estudiante de máster de Ciencias Forenses (UB) y Criminología (UOC)





miércoles, 23 de julio de 2014

La importancia del perfil criminológico como herramienta para la investigación del crimen

Cada vez se le está dando más importancia a la realización de perfiles criminológicos como herramienta para la  investigación de crímenes, puesto que basarnos sólo en hechos materiales (como el hallar pruebas físicas, huellas de zapatos, el arma etc) no nos ayuda a entender el  porqué de la comisión del delito, hecho sumamente importante en cuanto se quiere entender al delincuente para así realizar una mejor investigación y más cuando tratamos casos de asesinatos en serie y/o casos de criminales ocasionales.



En este sentido, como muchos ya sabréis, Edmon Locard, uno de los mejores criminalistas del siglo xx expuso en sus estudios e investigaciones  un principio básico para toda investigación criminal,  cualquier persona u objeto que entre en contacto con otro objeto o persona en una escena del crimen deja algo característico en ella, de la misma manera que se lleva algo cuando se sale de la escena. Así pues, llevando esta afirmación al campo psicológico, podemos afirmar que desde el punto de vista de un perfilador, el delincuente siempre dejará un decisión, un acto y un significado en la escena del crimen, lo llamado “huellas del comportamiento o psicológicas”. Por lo que se abrirán las puertas al entendimiento de lo que ha querido decir el criminal con la ejecución del crimen.

Para toda investigación criminal es preciso entender al delincuente, y primero de todo, preguntarse qué tipo de persona ha hecho esto y cómo influirá psicológicamente lo ocurrido en éste, sobretodo en casos de sospecha de iniciantes criminales en el campo de los homicidios, para poder saber qué tipo de características une a la víctima con el delincuente y así saber el tipo de víctima “futura” o si se tratan de casos aleatorios y, para realizar un perfil psicológico y así acercarnos al tipo de delincuente al que nos enfrentamos. Lo que nos dará ventaja a la hora de investigar futuros movimientos y posibles cambios psicológicos que pudieran influir en el patrón de movimientos y estilo de vida del delincuente.



La realización del perfil criminal o profiling, es una actividad de la ciencia forense dirigida al análisis de las huellas del comportamiento antes mencionadas. De esta manera, se provee de información útil a los encargados de la investigación.

El primer paso para la realización del profiling es la observación de la escena del crimen, lugar donde se haya el hecho criminal, y digo hecho, puesto que en ocasiones pueden haber dos tipos de escena, el lugar donde se encuentra el cuerpo  o la evidencia del delito y/o el lugar de ejecución del delito (no siempre donde se haya el cuerpo es el lugar donde se ha ejecutado el delito).  De esta manera, sabiendo que diferentes escenas se relacionan con un mismo delito, será preciso la investigación física del lugar y psicológica ya que en ocasiones el mismo delincuente puede dejar “marcas” o pistas que nos ayuden a encontrar el lugar donde se ejecutó el crimen.

Tal y como se señala en diferentes artículos de perfilaciones, el procedimiento a seguir en una escena del crimen para la realización del profiling, será el siguiente:

1- Los forenses y policía cientifica realizarán el estudio de la escena del crimen según la evidencia física (huellas, ADN, sangre, fluidos...)

2- el perfilador tras una observación del lugar del crimen más la información de la policía científica y forense le irán facilitando, realizará un estudio de la escena del crimen por medio de la evidencia conductual.


3- el Perfilador se ayudará de otros estudios y métodos (investigaciones anteriores, estudios, revistas científicas, bases de datos…).


4-Perfil del autor del crimen.


Como perfiladores, no nos tenemos que dejar llevar por la sensación inmediata que nos pudiera sopesar la escena del crimen, puesto que a veces esta podría llegar a ser catastrófica. Debemos ser objetivos y hallar el modus operandi en la escena del crimen, ya que de forma breve, podemos definir el modus operandi como  “la manera de comportarse de un criminal lo constituyen sus elecciones y conductas por las que pretende consumar un delito” (Vicente Garrido, 2012).

No debemos olvidar que en un crimen intervienen dos actores, el delincuente y la víctima, hecho que contrastamos en el modus operandi, ya que la información que nos proporcionará la víctima serán datos relacionados con su vida rutinaria y, en qué momento fue asaltada, día y lugar (normalmente, momento de “vacío” en su vida rutinaria, como podría ser el trayecto del trabajo a casa).

Una vez se realiza el perfil de la víctima, el cual considera el aspecto físico de esta, así como la indumentaria y todos los rasgos que la/lo caractericen, más la información que podamos sustraer de ella (como aspecto laboral y civil, situación familiar etc) que junto con la observación objetiva de la escena del crimen, podremos sustraer los rasgos y características del crimen, lo que nos acercará a la relación entre víctima y delincuente.

Además, un aspecto llamativo en las escenas del crimen en los que hay sospecha de homicidio (el delincuente ha estudiado con anterioridad para realizarlo con unas determinadas características) es el encuentro de la Firma, la cual constituye los rituales y conductas producto de las fantasías del delincuente, hecho de estudia sumamente importante



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En el momento que analizamos esa Firma, junto con el Modus Operandi podemos finalmente concluir aquello que motivó al delincuente para cometer el delito; ya pudiera ser por celos, sexo, reflejo, venganza, sadismo, superioridad, lealtad… y así, relacionar el objeto emocional que es causa del delito con la víctima.

No es sencillo establecer todo este tipo de relación entre víctima y delincuente, por ellos es básico conocer, los diferentes tipos de delincuentes, psicopatía, clasificación de delitos y teorías criminológicas que más adelante iré escribiendo para todo aquel que se interese por la Criminología.

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Patricia Ortiz Brunet
Estudiante de criminologia UOC

jueves, 17 de julio de 2014

Código Penal: La escala de las penas

En el código penal español podemos ver como las penas a aplicar para determinados hechos delictivos va en aumento dependiendo de la gravedad de las conductas. No será la misma pena a aplicar a aquella persona que hurta un monedero en el metro que la pena que se deberá imponer a un individuo que asalta un banco con un arma de fuego.



Esta proporcionalidad no es más que una garantía, en primer término para la sociedad, ya que así no impide que se aumente el numero de actos delictivos, pero si que consigue que estos sean de un grado de violencia menor (y que por tanto, generen menos inseguridad ciudadana). Pero también será una garantía para el autor del acto delictivo, ya que siendo conocedor de la sanción que tendrá siempre podrá desistir de cometer el acto delictivo o bien decidir no cometer otros actos que agravarían su situación frente a un tribunal.

El mayor ejemplo de la escala de la pena, y de las garantías para los autores la encontramos en el caso del homicidio.

En comparación con otros países en España se ha optado por no hacer uso de la cadena perpetua ni de la pena de muerte, y se establece para el autor de un homicidio una pena de 10 a 15 años.

“Artículo 138.
El que matare a otro será castigado, como reo de homicidio, con la pena de prisión de diez a quince años.”

En algunas regiones de Estados Unidos, el homicidio (en según qué circunstancias) tiene una pena capital.



¿Qué persigue el código español con esta condena (tan laxa comparada con la de estados unidos)? Evitar que una persona que cometa un homicidio llegue a un nivel máximo de condena.

Pongamos un ejemplo:

En España un individuo decide asaltar un banco con un arma de fuego (robo con violencia). Durante el transcurso del asalto golpea a un guardia jurado fracturándole la nariz (delito de lesiones). Una vez consigue el dinero y sale por la puerta dispara a otro vigilante de seguridad, que resulta muerto. En este momento llega la policía y al autor se le presentan 2 posibilidades: Rendirse o seguir con la violencia para huir.

En este caso, el individuo habría incurrido en 3 delitos: 
- Robo con violencia.
- Delito de lesiones .
- homicidio.

Estos delitos concursarían entre ellos y darían lugar a una pena determinada.



Si este individuo valora la situación y conoce que será sancionado con una pena que va de 10 a 15 años por el homicidio, puede decidir deponer su actitud, ya que si sigue disparando y comete algún otro homicidio la pena se puede ampliar. Para el autor es un simple ejercicio de matemáticas, 1 persona = 10 años. Poniendo en una balanza el riesgo y el resultado seguramente le será más provechoso dejar de ejercer violencia que no intentar huir cometiendo algún otro homicidio.

En el caso que esta situación se diera en las regiones de Estados Unidos donde la pena de muerte está vigente, las posibilidades que se le plantean al autor son muy distintas. En el momento que asalta el banco con arma de fuego, hiere a un vigilante y mata a otro la pena a aplicar es la pena de muerte. Por tanto, teniendo la seguridad que será condenado a una pena máxima y contraria a la vida, el individuo probablemente tomará la decisión de intentar huir del lugar por todos los medios disponibles, con la aplicación de la violencia que esto necesita (disparar a policías, coger a alguien de escudo humano) con lo que el balance de 1 herido y 1 muerto podría derivarse en algunos muertos más.



Confrontando las dos situaciones podemos entender por qué es positivo que el código penal contemple unas penas proporcionadas a los actos cometidos y podamos considerarlo como una garantía tanto para la sociedad como para aquellas personas que cometen estos actos delictivos.

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Hèctor Monclús Haro
Estudiante de Criminologia UOC
Administrador de Criminologia de estar por casa
Contacto: hector.monclus@gmail.com


sábado, 12 de julio de 2014

Línea editorial de Criminologia de estar por casa

1. Las entradas de opinión deberán tener un argumento y un razonamiento con los fundamentos más básicos de la criminología, el derecho, la psicología, o cualquiera que sea la materia tratada en el artículo.

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3. Las entradas serán siempre respetuosas con los colectivos sobre los que se trate, y se deberán ofrecer datos objetivos (citando las fuentes) para justificar las afirmaciones que se hagan sobre ellos.

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“Criminología de estar por casa”
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