viernes, 29 de abril de 2016

Recomendación de la semana: LECTURA




LA EMPATÍA. Entenderla para entender a los demás.







La recomendación de este libro, a priori, puede parecer extraña o desubicada con el mundo de la criminología, pero en realidad tiene mucho que ver. 

Luis Moya, nos habla de la empatía como ese mundo aún inexplorado, para hacernos entender la importancia que tiene, no solo para uno mismo sino para la relación de cada uno con los demás.

Basándose en estudios científicos demuestra que la empatía es beneficiosa para toda la sociedad, porque como él mismo dice: “la educación en empatía es el camino hacia la no violencia, porque favorece la tolerancia, la convivencia, el respeto y la solidaridad”.

Es un libro de fácil lectura que te hace reflexionar sobre la importancia de la empatía para el mundo de la delincuencia y sus tratamientos de prevención.






Cristina Cañamares Gordillo
Estudiante de Criminología 
Licenciada en Derecho
Diplomada en postgrado de Criminalística
Administradora del Blog  “Criminología de estar por casa”
E-Mail: cristinacg1980@hotmail.com




miércoles, 27 de abril de 2016

EVOLUCIONA. Un acercamiento criminológico a la humanidad consustancial a las prácticas emocionalmente inteligentes.



La Justicia Restaurativa ha sido descrita por algunos autores como un “movimiento social global” (Robinson and Shapland, 2008)  que proporciona un poderoso paradigma alternativo al punitivismo tradicional para abordar las infracciones, normativizadas o no, y las conductas dañinas en un rango de contextos (Hayden, 2012). Podemos encontrar tal abordaje en escuelas, organizaciones, empresas, sistemas de justicia…

Lo que le otorga tal potencial es su énfasis en trabajar o hacer las cosas con las personas, en lugar de hacerlas contra ellas o para ellas. Esta hipótesis mantiene que ni las posiciones punitivas y autoritarias, que obligan, ni las paternalistas, permisivas, son más efectivas que las prácticas participativas. Así, la Justicia Restaurativa y las prácticas restaurativas en general, fuera del marco penal, no solo restauran, sino que activamente construyen nuevas relaciones y capital social a través de un aprendizaje y toma de decisiones participativos. 

El capital social se define como las conexiones entre individuos (Putnam, 1995), y la confianza, entendimiento mutuo, valores compartidos y conductas que nos unen y hacen que la acción cooperativa sea posible (Cohen & Prusak, 2001). 

En cuanto a teorías criminológicas se refiere, este concepto se hace especialmente importante, por ejemplo, en la teoría de Elliot, que establece una tendencia mayor a delinquir de quienes tienen vínculos sociales débiles y sólidos vínculos a pares delincuentes.

Pero al margen de esta teoría, con la involucración activa, directa, en el manejo de nuestras relaciones sociales, y en los conflictos que surgen de ellas, es decir,  la reconexión con nuestra propia psicología, tenemos la oportunidad de adquirir consciencia, de elegir qué queremos sacar de la situación presente y de encontrar una satisfacción mayor que en el tradicional proceso pasivo, dentro del cual perdemos totalmente el control. La mayoría de personas, consciente o inconscientemente, evitan o dejan que un tercero: se ocupe de sus problemas, tome el control de la situación y, finalmente, decida por ellas. Ya sea un padre o madre, un profesor, la policía o un juez. No obstante, un tercero puede venir bien en un determinado momento, pero corremos el riesgo de entrar en la comodidad, que no suele dar buenos resultados.

De acuerdo a lo anterior, entran en la cuestión la voluntariedad y el rol activo de las partes. Estamos hablando de conducta motivada, que a su vez produce la esencia de las prácticas restaurativas: reacciones emocionales.

¿La capacidad de razonar dejando al margen las emociones y deseos es una cualidad del ser humano? ¿Son las emociones claros obstáculos para llevar a cabo una acción inteligente? Éstas son ideas comúnmente aceptadas.

Sin embargo, tal como indica la tercera hipótesis de la psicología de la cognición social, la motivación, el afecto y las emociones, no solo afectan a la racionalidad humana sino que son indispensables para lograrla y son fundamentales para tener éxito en el procesamiento de la información. ¿No es verdad que tenemos más éxito al involucramos activamente en nuestro aprendizaje que cuando nos lo dan todo hecho? 

Lo que todos sabemos es que de un conflicto o problema podemos aprender importantes lecciones. Aunque lo que no solemos recordar es que debemos estar activamente dispuestos a asimilar ese conocimiento.

De acuerdo al Instituto Internacional de Prácticas Restaurativas:

las  prácticas  educacionales  de  disciplina  y  de  justicia  penal  se  basan  en  el castigo para cambiar el comportamiento.  El aumento continuo del número de privados de libertad  y  de  estudiantes  expulsados  hace  cuestionable  la  validez  de  este  abordaje. De forma similar, trabajadores sociales haciendo cosas “contra” y “para” los niños y familias no han disminuido los casos de abuso y negligencia.
(IIRP Latinoamérica, 2012, p. 1)

Vemos así, que no somos los únicos profesionales en detectar algo fuera de lugar.

Desde otro punto de vista, la charla TED del neurocientífico Daniel Reisel en 2013 resulta sumamente interesante. Reisel fue asignado como investigador en un centro penitenciario de alta seguridad para estudiar el cerebro de los psicópatas internos en el establecimiento. De su experiencia podemos extraer una serie de datos de interés criminológico. 

En los años 90, algunos estudios empezaron a demostrar que había pruebas de neurogénesis, del nacimiento de nuevas neuronas, en el cerebro mamífero adulto, rompiendo con el dogma que argumentaba que el cerebro solo podía cambiar dentro de unos límites establecidos. Estas células surgen en el bulbo olfativo, después en el hipocampo y, finalmente, en la amígdala; la cual resulta crucial para la empatía. Los internos estudiados tenían una amígdala deficiente,  probablemente causando esa falta de empatía y comportamiento inmoral.

Para entender cómo funcionaba este proceso, ingresó en un laboratorio de Oxford para especializarse en aprendizaje y desarrollo. Allí estudió con ratones, que tienen el mismo patrón de respuesta cerebral que aparece en muchas especies de animales sociales. Y nos ofrece el ejemplo de un ratón criado en una jaula común, solo y sin muchos estímulos. Como comenta, este ratón no solo no se desarrollaría bien sino que en muchos casos aparecerían comportamientos extraños y repetitivos. Además, perdería su naturaleza sociable, su capacidad de relacionarse con otros ratones, e incluso se pondría agresivo si se le coloca con ellos. 

En cambio, los ratones criados en un ambiente enriquecido, un habitáculo grande con otros ratones, con ruedas, escaleras y otras zonas para explorar, presentarían neurogénesis. También comprobó que estos ratones llevan a cabo mejor una serie de tareas de aprendizaje y memoria. 

Por tanto, de acuerdo a lo anterior, se puede decir que las mejores condiciones ambientales generan un comportamiento social saludable. Generando más del 20% de células nuevas en algunas partes del cerebro del mamífero adulto debido a la neurogénesis.

En cambio, los ratones criados en jaulas comunes, que no difieren en demasía de una celda en un establecimiento penitenciario, tienen niveles significativamente más bajos de neurogénesis. 

Aunque nuestro cerebro sea capaz de presentar cambios extraordinarios, también es sumamente sensible al estrés. Las hormonas del estrés suprimen el crecimiento de estas células nuevas, y cuanto más estrés, menos desarrollo cerebral, lo que genera, a su vez, menos adaptabilidad y un nuevo incremento de los niveles de estrés.

Como nos dice Reisel, resulta irónico que la solución actual para las personas con amígdalas deficientes sea ponerlas en un ambiente que inhibe toda posibilidad de crecimiento posterior. Por eso, sugiere que los presos puedan responsabilizarse de su propia rehabilitación a través de programas de justicia restaurativa. 

Con esta metodología, el infractor puede ver, quizá por primera vez, a la víctima como a una persona real con pensamientos, sentimientos y emociones. Lo cual estimularía la amígdala y podría ser una práctica de rehabilitación más efectiva que el simple encarcelamiento.

En suma, las prácticas restaurativas y la Justicia Restaurativa conocen, despiertan y trabajan con la parte emocional del ser humano. Conocen el rol que tienen las emociones en las relaciones sociales y la psicología humana. 

Su asimilación y aplicación, con el apoyo del sistema retributivo tradicional, puede actualizar nuestro sistema de justicia y la forma en que nos relacionamos con los demás y afrontamos los conflictos.

En palabras de Sinzheimer (1933): “La organización de un sistema jurídico se fundamenta en la concepción básica que tal sistema tiene del ser humano. La correspondiente imagen del ser humano es el secreto regulador de cada sistema de derecho”. 

Con esto, me atrevo a decir que, en términos de justicia, en España se tiene una imagen del ser humano distinta a la que la ciencia actual demuestra.


                                                                                                                     
 

Samuel Jurado
Redactor en “Criminología de estar por casa”.
Coadministrador de “Elementos Criminales” y creador de “CRIMUNIR”.
Representante de Estudiantes en la Universidad Internacional de la Rioja.
Contacto: elcriminologoelemental@gmail.com
  @el_criminologo








Cohen, D., & Prusak, L. (2001). In Good Company: How Social Capital Makes Organizations Work. Boston, MA: Harvard Business School Press.

Hayden, C. (2012). Restorative justice, restorative approaches and schools. Crime Talk. Recuperado el 22 de marzo de 2016 de http://www.crimetalk.org.uk/index.php?option=com_content&view=article&id=817:restorative-justice-restorative-approaches-schools&catid=38&Itemid=41

Putnam, R. (1995). Bowling alone: America’s declining social capital. Journal of Democracy 6 (1): 65–78.

Robinson, G. and Shapland, J. (2008). Reducing Recidivism: A Task for Restorative Justice, British Journal of Criminology, 48(3), pp. 337-59.

Sinzheimer, H. (1933). Das Problem des Menschen im Recht. Gröningen.


BIBLIOGRAFÍA

Burton, A., Curry, B., Gribben, K. (2011). Social Control Window - Developing Emotional Intelligence. Goulburn Family Support Service. Recuperado de http://gfss.ned.org.au/images/GFSSSocialControlWindowJuly2011.pdf

Díaz Colorado, F., Gutiérrez de Piñeres B., C. (2008). Psicología Jurídica y Forense. Recuperado el 23 de marzo de 2016 de http://psicologiajuridica.org/psj167.html

TED. (2013). Daniel Reisel: The neuroscience of restorative justice. Recuperado el 26 de Marzo de 2016, de https://www.ted.com/talks/daniel_reisel_the_neuroscience_of_restorative_justice

Wachtel, T. (2013). Definiendo Qué es Restaurativo. IIRP Graduate School. Recuperado de http://www.iirp.edu/pdf/Defining-Restorative-Spanish.pdf

Wachtel T., McCold, P. (2012). ¿Qué son las Prácticas Restaurativas? IIRP Latinoamérica. Recuperado de http://la.iirp.edu/wp-content/uploads/sites/11/2012/01/Que-son-las-PR1.pdf

lunes, 25 de abril de 2016

Grandes Asesinos de la Historia



Gesche Margarethe Gottfried



 



Gesche Margarethe Timm, fue una asesina en serie alemana que entre 1813 y 1827 mató con veneno a 15 personas, todas ellas familiares y amigos cercanos.

Perfil psiquiátrico

A día de hoy aún no se saben las causas que llevó a esta mujer a cometer  dichos asesinatos. Se cree, que la carencia afectiva que vivió durante su infancia junto a su modus operandi, hacen suponer que sufría, lo que se conoce como “Síndrome de Münchhausen por poder”.   

Este término lo acuñó, en 1977, el doctor Samuel Roy Meadow para describir el comportamiento de dos madres;  una de ellas envenenó a su bebé y la otra introdujo su propia sangre en una muestra de orina de su hijo. De esos comportamientos, el doctor dedujo la existencia de un síndrome y se refirió a este comportamiento como el síndrome de Münchhausen por poder (MSBP) y lo consideró maltrato infantil. [1]

Modus operandi

Como ya se he mencionado, Gesche utilizaba el veneno para matar a sus seres queridos. Utilizaba un raticida llamado “Mäusebutter “(grasa de ratas), que era muy conocido y utilizado en esa época.  

Les suministraba pequeñas dosis mezcladas con la comida. Sus víctimas, con el tiempo, empezaban a enfermar y era entonces cuando Gottfried, de forma amable, desinteresada y resignadamente, se ofrecía a cuidarlos durante su convalecencia, tiempo que aprovechaba para seguir intoxicándolos hasta que morían.

Nadie sospechaba de ella, es más era considerada una ciudadana ejemplar y muy querida en su comunidad, y más aún después de las constantes perdidas familiares que sufría. Tenía apariencia amable, cándida y bondadosa. Sus vecinos, conmovidos por el afán y la paciencia con que cuidaba a sus familiares y amigos enfermos, empezaron a llamarla “el ángel de Bremen”.

Nadie sospechaba que ella misma era quién, bajo esa apariencia de ángel de la guarda, ocultaba una verdadera asesina en serie.

Carrera criminal


Todo empezó con el asesinato de su primer marido.  

Gesche, se crió en el seno de una familia pobre, de padre sastre y madre costurera. Tuvo un hermano gemelo, Johann Timm, por quién sus padres manifestaron siempre una mayor predilección. 

En 1798 enviaron a Gesche, a una escuela luterana con la intención de que se formara y así poder aspirar a un marido de clase alta para poder salir de la pobreza. El plan tuvo éxito ya que en 1806 se casó con Johann Miltenberg, maestro de profesión, con quién  tuvo dos hijas y un hijo. A pesar de ser un buen padre, Johann se gastaba su dinero en burdeles y bares, y cuando llegaba a casa, en estado de embriaguez, en múltiples ocasiones pegada a Gesche. Ella sabía que su madre utilizaba arsénico para matar a las ratas, y decidió usar lo mismo para poner fin a la vida de su esposo. El 1 de octubre de 1813, después de una larga enfermedad, causa del envenenamiento, murió su primer marido, convirtiéndose así en la primera víctima de una mujer de 28 años que empezaba una larga carrera como asesina en serie.

Las siguientes víctimas fueron varios familiares y amigos, en los que se incluyen a sus padres, dos esposos, un novio y sus hijos. 

Lista de víctimas
  • 1 de octubre de 1813: Johann Miltenberg (primero esposo)
  • 2 de mayo de 1815: Gesche Margarethe Timm (madre)
  • 10 de mayo de 1815: Johanna Gottfried (hija)
  • 18 de mayo de 1815: Adelheid Gottfried (hija)
  • 28 de junio de 1815: Johann Timm (padre)
  • 22 de septiembre de 1815: Heinrich Gottfried (hijo)
  • 1 de junio de 1816: Johann Timm (hermano)
  • 5 de junio de 1817: Michael Christoph Gottfried (segundo esposo)
  • 1 de junio de 1823: Paul Thomas Zimmermann (novio)
  • 21 de marzo de 1825: Anna Lucia Meyerholz (profesora de música y amiga)
  • 5 de diciembre de 1825: Johann Mosees (vecino, amigo y consejero)
  • 22 de diciembre de 1826: Wilhelmine Rumpff
  • 13 de mayo de 1827: Elise Schmidt
  • 15 mayo de 1827: Beta Schmidt (amiga y empleada doméstica)
  • 24 julio 1827: Friedrich Kleine (amigo y acreedor)
Arresto, condena y ejecución

Guillermina Rumpff (duodécima víctima) se percató que algo no iba bien cuando encontró unas pequeñas y extrañas partículas blancas en la comida que Gesche le preparaba. 

Ante su enfermizo estado de salud le comunicó al doctor Luce, quien, ya había atendido a varias de las víctimas anteriores,  lo que había descubierto en sus platos de comidas y le entregó una muestra. Luce determinó que se trataba de arsénico y lo puso en conocimiento de las autoridades, pero para entonces Gottfried ya se había cobrado otras dos víctimas, y se había trasladado a Hannover.

Fue la noche de su 43º cumpleaños, cuando la arrestaron y la condenado a pena de muerte. Su ejecución el 21 de abril de 1831 en la guillotina, fue la última ejecución pública que se realizó en la ciudad de Bremen.  

Del rostro del cadáver de Gottfried se tomó un molde de cera para estudiar los patrones faciales de las mujeres criminales. Elemento que se halla dentro del campo de estudio de la llamada frenología.

Curiosidades

En abril de 1831, Gesche Margarethe Gottfried, fue guillotinada en la plaza principal de Bremen, teniendo lugar así, la última ejecución en público de la ciudad.

En el museo folclórico, se puede ver  una copia de la máscara de muerte que se le hizo a Gesche después de que la guillotinaran. Estas máscaras se utilizaban para estudiar la fisionomía de los delincuentes.

Además, en el lado norte de la catedral de Bremen se encuentra, en el suelo,  una piedra marcada con una cruz y se dice que ese fue el lugar donde cayó rodando la cabeza del “ángel de Bremen”. 



La tradición dice que hay que escupir en la piedra para demostrar el odio hacia Gesche Gottfried y sus crímenes.



Cristina Cañamares Gordillo
Estudiante de Criminología 
Licenciada en Derecho
Diplomada en postgrado de Criminalística
Administradora del Blog  “Criminología de estar por casa”
E-Mail: cristinacg1980@hotmail.com

Referencias



[1] Más información sobre el “Síndrome de Münchhausen por poder” en: https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_M%C3%BCnchhausen_por_poder#Descripci.C3.B3n