lunes, 29 de febrero de 2016

Grandes Asesinos de la Historia: El mito de Drácula



 
Si hablamos de Drácula a todos nos viene a la cabeza ese personaje asociado a un vampiro sádico pero refinado y romántico, que se alimenta de sangre fresca de los cuellos de jóvenes y que regresa de las tinieblas para deambular eternamente por la noche de todos los tiempos. 

Muchas son las historias que se han escrito y films que se han creado alrededor de este personaje, pero... ¿Qué tiene de cierto? ¿Quién fue realmente el famoso Drácula?


Vayamos por pasos y empecemos por el principio...




 
Vlad III, también conocido como Vlad Tepes: El Empalador, era el nombre de la persona que se convirtió en el famoso personaje de Drácula, fue real aunque algo diferente de lo que nos han contado.

Lo que la historia nos narra es que no mordía cuellos ni se bebía la sangre de sus víctimas, pero no por eso fue ningún angelito. Fue un tirano y un cruel guerrero, pero no un vampiro.

Fue  príncipe de Valaquia (un territorio de la actual Rumanía) y vivió en el siglo XV aterrorizando a sus súbditos con asesinatos en masa. Se cree que liquidó a más de 100.000 personas (aprox. el 20% de la población) y que disfrutaba viendo como morían lentamente con multitud de métodos de torturas, como por ejemplo: amputación de miembros, narices y orejas; la extracción de ojos con ganchos calientes al rojo vivo; el estrangulamiento, la hoguera, la castración, el desollamiento,  el vaciado de ojos, la parrilla y la lenta destrucción de pechos y genitales, especialmente de las mujeres. Y por su puesto los empalamientos, de donde le viene su siniestro apodo.
 
Ese sadismo le vino de herencia ya que fue el primogénito del príncipe Vlad, apodado Dracul (diablo) por su crueldad y sangre fría.
 
En aquella época el territorio rumano estaba hostigado por el Imperio Otomano y por los húngaros, y en el interior por nobles que luchaban entre sí.
 
Vlad fue entregado a los turcos por su padre, que eran aliados en contra de los húngaros, y fue criado por el sultán Murat II. Con el apoyo de éste, Vlad subió al trono de Valaquia en 1448 tras el asesinato de su padre. Una vez obtenido el poder, el joven mostró que no era fiel a nadie y decidió cambiar de bando al estrechar relaciones con Iancu y enfrentarse a los otomanos.
 
Tenía un ejército muy reducido y ello le llevó a utilizar técnicas de guerrillas como tierra quemada, envenenamiento de los pozos de agua y el enviar enfermos de tuberculosis a los campamentos enemigos.

No sólo aplicaba crueldad a los enemigos de guerra sino también a aquellas ciudades donde no lo reconocían como su príncipe o las que no le querían pagar el tributo.  Realizó ejecuciones por empalamiento de hombres, mujeres y niños, como en los casos de Brasov y Sibiu, ambas ciudades habitadas por colonos alemanes que no querían comerciar con él.

Con eso inició su carrera de brutales masacres, entre las que se le atribuyen el exterminio de 100.000 personas entre 1456 y 1462. Existen hechos detallados en documentos y grabados de la época, que ponen de manifiesto su gusto por la sangre y el empalamiento, por lo que se le apodó “Tepes” que significa empalador, en rumano.

Otra de sus atroces actuaciones ocurrió cuando la población se quejaba de los continuos robos que sufrían por parte de ladrones en sus territorios, además de los pobres, que según Vlad no aportaban nada al país. Para erradicar este problema, propuso un gran festín en una gran casa de las afueras de las ciudades para pobres, ladrones, tullidos, leprosos, enfermos y pordioseros, donde no faltó ni comida ni bebida. Cuando estuvieron todos ya borrachos de comida y vino apareció Vlad y su guardia, ordenando a sus soldados que cerraran todas las puertas de la casa y prendieran fuego sobre ella. Nadie quedó con vida. Eliminó la pobreza acabando con los pobres. Acción que se fue repitiendo con todos los mendigos en cada comarca de su principado. Llegaron a morir 3.600.

Otra de sus masacres más destacadas fue su venganza contra los boyanos, que fueron los asesinos de su padre y hermano mayor. Para ello organizó una cena de Pascua en 1459 invitando a los boyardos, pidiéndoles a estos que se pusieran sus mejores galas, cena que se convirtió en una de los acontecimientos de empalamiento más masivo. Una vez habían terminado todos de cenar, Vlad ordenó empalar a los más viejos, mientras que a los jóvenes les obligó a ir en una larguísima caminata hasta un castillo en ruinas en Targoviste, los que no murieron por el camino fueron obligados a construir el castillo de “Drácula”. Forzados a levantar el castillo, iban muriendo de cansancio y agotamiento ante el deleite del Empalador.




La forma más común que tenía, Vlad, de realizar los empalamientos era con formas geométricas, sobretodo una serie de anillos concéntricos de empalados alrededor de las ciudades. La altitud de la estaca indicaba el rango que la víctima había tenido en vida. Normalmente los dejaba pudriéndose durante meses, originando así un horrible olor de carne descompuesta en el ambiente.

Después, se negó a pagar el tributo a los turcos y se alzó contra ellos, planteando a Mehmet II una guerra que trajo en jaque al Imperio Otomano. Sin embargo, los turcos acabaron invadiendo Valaquia y Vlad huyó a Hungría para conseguir protección, pero allí encontró el rechazo del rey que decidió encarcelarlo durante 12 años. Durante esta etapa aplacó su sadismo empalando ratones y pajarillos, hasta su liberación en 1475 cuando regresó al trono de Valaquia, que había sido ocupado por su hermano Radu el Hermoso. 

La última lucha que se le conoce fue contra los turcos en la batalla de Vaslui junto a las tropas del príncipe Esteban Bathory. En 1476, murió asesinado en una emboscada, probablemente por sus propios soldados, que entregaron su cabeza a los turcos. El trofeo fue colgado de una estaca en el centro de Estambul.

El lugar oficial de su entierro es el monasterio de Snagov, cerca de Bucarest. El misterio rodea esta tumba, en la cual se observan inscripciones y retratos de él. De una excavación que se realizó en 1931 se tienen dos versiones: una es la de una tumba vacía y la otra es que se encontró un cuerpo sin cabeza con ropajes lujosos.

¿De dónde viene entonces el mito de Drácula?

El origen etimológico del término “drácula” obedecería a la palabra draco (dragón), emblema de su blasón familiar, ya que su padre Vlad II pertenecía a la Orden del Dragón, fundada en el siglo XV para luchar contra el invasor turco. Pero dado que “drac” significa, diablo en rumano, también podría ser “hijo del demonio”, ya que su padre se ganó el sobrenombre de “diablo” por sus oscuras maniobras políticas y su sangre fría. Pero a pesar de todo ello nunca se le relacionó con el mito del vampiro.

¿Entonces de donde sale esa relación?

Fue el escritor irlandés Bram Stoker quien le convirtió en protagonista de su novela Drácula. Y es aquí donde empieza la leyenda. El motivo del por que dicho escritor lo escogió a él no se sabe al 100% ¿Fue sólo un capricho del literato? ¿O hubo algún dato fundamental que el escritor nos ocultó?

Hay quien dice que fue por la existencia de Elizabeth Bathóry1, pariente lejana de Vlad que vivió en el siglo XVII y recibió el apodo de “la condesa sangrienta” porque acostumbraba a degollar muchachas vírgenes para bañarse en su sangre, en la creencia de que así prolongaría su vida y juventud eternamente.

Pero el motivo más extendido y obvio es que la novela de Stoker se ambientara en los Cárpatos de Transilvania ya que fue un territorio donde durante la Edad Media se difundió la leyenda sobre seres capaces de sobrevivir a la muerte a base de succionar la sangre de los vivos durante la noche. Y esa zona, el único personaje histórico con un perfil psicopático, brutal y maligno, que le convertía en un candidato natural al vampirismo era Vlad Tepes.

Aun se conserva la casa donde nació y en Bucarest hay un documento que da fe del nacimiento de este personaje.

Se conserva en buen estado también el castillo donde vivió, el que todavía posee un aire de misterio, con algunas habitaciones hechas dentro de la piedra que rodea el lugar, mobiliario original usado por Vlad y con escaleras en espiral que no conducen a ninguna parte.


Documental

Si os interesa saber más sobre este personaje os dejo un enlace sobre un documental: https://www.youtube.com/watch?v=JUFudHcPmn8


Cristina Cañamares Gordillo
Estudiante de Criminología UOC
Licenciada en Derecho
Diplomada en postgrado de Criminalística
Coadministradora “criminología de estar por casa”
Notas

1.-  En el artículo publicado el 12 de octubre de 2015 en el Blog, os hablé de la “Condesa Sangrienta” aquí os dejo el enlace por si os interesa saber más sobre ella. http://www.criminologiadeestarporcasa.blogspot.com.es/2015/10/grandes-asesinos-de-la-historia.html

Referencias

viernes, 26 de febrero de 2016

Recomendación de la semana: LECTURA




Ser Policía de Joan Miquel Capell



Joan Miquel Capell, nació en Barcelona en 1960, es doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona y tiene un máster en Políticas Públicas de Seguridad. 

Se incorporó a los Mossos hace 32 años, cuando el cuerpo se empezó a desplegar, por lo tanto, pertenece a la promoción del 1983, la primera de la Escuela de Policía de Cataluña.

En este libro nos desvela como se forma realmente un policía y las diferencias que hay entre los agentes que salen en series de Tv o novela negra con la realidad. 

Es un libro imprescindible para quien tenga inquietudes sobre éste mundo y su funcionamiento.





Cristina Cañamares Gordillo
Estudiante de Criminología UOC
Licenciada en Derecho
Diplomada en postgrado de Criminalística
Administradora “criminología de estar por casa”

miércoles, 24 de febrero de 2016

LA MAGIA DE QUETELET






Autor/a: Marta López Ger, criminóloga y periodista especializada en el crimen. Directora de varias páginas web de crimen y divulgación periodista sobre crimen y actualidad.

INTRODUCCIÓN

Muchos autores han tenido una perspectiva científica acerca de la interacción entre el individuo y la climatología y cómo ésta ha afectado a la conducta humana con una consecuencia criminológica.

El clima, como se ha demostrado en miles de estudios de todos los países, influye en nuestro estado de ánimo. Poniendo varios ejemplos para reforzar esta hipótesis o teoría ya demostrada, decimos que la luz solar incide de forma directa en múltiples actividades cerebrales de las que, a su vez, se derivan cambios en el humor. La disminución horaria del invierno y la reducción de la luz solar (los clásicos días grises) generan un estado de ánimo más melancólico en los integrantes de la sociedad.  

Consideramos a Lambert Adolphe Jacques Quételet, uno de los científicos más notables que han existido. Quételet nace en 1796 en Gante, Bruselas, donde se queda durante toda su infancia hasta su etapa universitaria. Poco después, ingresa en la Universidad de Gante, donde se decanta por las matemáticas, obteniendo su primer doctorado en ciencias a través de la defensa de una tesis que versaba sobre los estudios acerca de la geometría. 

Con gran soltura sobre la materia, y con especial énfasis en la física, comienza dos años después a participar como miembro en la Academia Real de Ciencias de Bruselas, y a trabajar en un periódico de su especialidad. 

Podíamos ir apreciando en pequeños matices la descomunal fuerza de su carrera académica y profesional que terminaría por asombrarnos dejándonos como herencia sus leyes térmicas, fascinantes y originales. 

Quetelet no paró en ese momento, sino que continuó fundando asociaciones, especializándose aún más en astronomía y física, ciencias complementarias al ejercicio de las matemáticas en ciertos aspectos. 

Finalmente, destacamos esta última parte como cúspide de Quetelet, ya que vincula una de sus obras al ámbito criminológico, a la cual denominó “Ensayo sobre el desarrollo de las facultades del hombre”. Esta última pizca personal del autor, llevaba consigo un especial énfasis en la distribución normal del delito, las estadísticas sobre la criminalidad y, por último, el crimen bajo una perspectiva climática, las mágicas leyes térmicas de Quetelet.




QUETELET Y EL ESTUDIO DEL FENÓMENO CRIMINAL

Quetelet sentía una enorme curiosidad desde una perspectiva estadística, en la que visualizamos y comprendemos sus estudios en el ámbito matemático y físico, acerca de la criminalidad y el ser humano. Se dedicó la mayor parte de su vida a estudiar varios fenómenos para llegar a tres conclusiones principales, las cuales han sido extraídas del magnífico libro de J. L. Manzanera:


  1. El delito es un fenómeno social, producido por hechos sociales que son detectables y determinables estadísticamente. “La sociedad lleva en sí, en cierto sentido, el germen de todos los delitos que vendrán cometidos, junto a los elementos que facilitarán su desarrollo”.
  2. Los delitos se cometen año con año, con absoluta precisión y regularidad (Si en el punto previo va a adelantar las críticas que se le iban a hacer a Lombroso, en este segundo punto, vemos como Quetelet se adelanta a lo que iban a ser las leyes de saturación de Ferri). Los totales se repiten, anualmente, no sólo en un número de delitos, sino en el tipo de los mismos. La importancia de este punto es que el balance del delito se puede calcular con anticipación. Aquí es donde ya podemos ver hacia dónde se dirige Quetelet con estas premisas. Vemos de lejos que sólo falta un pequeño aliciente para que introduzca su efecto climático en el comportamiento criminal del ser humano.
  3. Hay una serie de factores que intervienen en la comisión de determinados delitos, como son: el pauperismo, la situación geográfica, el analfabetismo, el clima… etc. Pero no sólo puede aceptarse una única causa, ya que se demuestra que varias ideas comúnmente aceptadas no son aceptables; por ejemplo, se encontró que algunos barrios franceses de gran pobreza no eran los más criminógenos. Por lo que desarrolló con esta base su magia de la temperatura. Este fue el elemento más importante a destacar dentro de las aportaciones del autor más influyentes y ricas en originalidad al ser tan especiales y tan poco estudiadas. 

LAS LEYES TÉRMICAS

Quetelet fue pionero en establecer la relación entre las estaciones del año, el clima y la criminalidad en sus leyes térmicas, según las cuales se cometen más delitos patrimoniales en las zonas frías debido a la necesidad de abrigo, alimento… y un mayor número de delitos contra las personas en verano. 

Un estudio, por casualidad, le dio la razón. En EEUU, durante la ola de calor del verano de 1988, el índice de homicidios aumentó un 75%. Y aun valorando no sólo el aumento de calor puede resultar criminógeno, es innegable que el aumento de temperatura genera irritabilidad entre los seres humanos, lo cual facilita enormemente la posibilidad de una mayor existencia de delitos entre los propios individuos de la sociedad. 

El esfuerzo del autor no fue en vano, ya que tanta especialización e interés genérico en tantas ciencias, le propuso desarrollar un punto de vista diferente al de los demás. Decidió entonces, en una de sus obras, estudiar la criminalidad en relación y constante cambio según el clima existente. Y llegó a varias premisas establecidas como conclusiones, mediante profundos estudios poblacionales:


  • En invierno se comete un mayor número de delitos contra el patrimonio que en verano. Esto lo atribuye debido a unas condiciones mucho más extremas en las épocas más frías. Unas condiciones tan duras que hacen que la persona en sí no sea capaz de mantenerse al margen del delito, si lo queremos relacionar. La supervivencia versus la honradez ciudadana. Está claro que fenómeno es más importante.Si nos centramos en una explicación de la teoría más precisa y estudiada, podemos decir que, en épocas como diciembre, enero o febrero, por ejemplo, invade a la sociedad una dificultad de encontrar ciertos factores básicos (en este caso Quetelet atribuía como dificultad la ausencia de leña para calentarse, algo que ya en este siglo mucha gente no necesita).Los delitos se centran curiosamente en una de las fechas más señaladas para la sociedad, la navidad, para ser más exactos, el mes de diciembre. Actualmente, la sociedad vive con unos complejos importantes y necesidades superficiales, como la de gastar sin necesidad en regalos materiales poco importantes, incluso hasta, simplemente, simbólicos. La misma población crea la crítica más importante, la de hacer regalos. Esto ejerce una influencia muy llamativa en la criminalidad y la delincuencia, llevando hacia un incremento de delitos contra la propiedad.A todo esto, añadimos con meticulosidad varios fenómenos más como son la existencia de días más cortos, una mayor oscuridad en las ciudades, la ausencia de los propietarios de las casas al ser fiesta… etc. Al añadir todos estos elementos, nos damos cuenta de que la simple fórmula matemática que enseñan hasta a los niños más pequeños de los colegios, como es el hecho de aprender a sumar, nos da un resultado muy clarificador. En invierno los delitos contra el patrimonio, a la fuerza, aumentan. 

  • Los delitos contra las personas se realizan principalmente en verano. En este caso intervienen otros elementos, en concreto, el calor y sus efectos o consecuencias principales. Las personas están y se sienten más excitadas. Podemos utilizar la comparativa de otras opciones repetidas en la conclusión anterior, como son la duración de los días. En verano los días son más largos, por lo que hay más interacción social y más tiempo para estar fuera. Sin embargo, en invierno, al ser los días más cortos, existe una mayor necesidad de calor, de sitios acogedores o, simplemente, de encerrarse en casa (lo que no resulta un axioma irreconciliable con la etapa invernal y los delitos patrimoniales, ya que se emplean las vacaciones al dejar los hogares sin protección como justificación para la realización de los mismos).Como se citaba previamente, al sentir la necesidad de salir de casa en verano, se producen más relaciones sociales, más contacto humano; al igual que más riñas y peleas, contacto e ira entre las personas, lo que nos conduce a más delitos contra las personas.
  • Los delitos sexuales se consuman con mayor frecuencia durante la primavera. En este caso, nos basamos en una teoría más cavernícola y puramente biológica para verificar y justificar la hipótesis establecida. La etapa de celo en los animales y, prácticamente, todos los seres vivos, tiene lugar en primavera. Y, para el ser humano, esto no es ninguna excepción. Podríamos apoyarnos también en la moda, las vestimentas empleadas. Ante la frustración del hecho de cargarse de ropa en el invierno, al mínimo atisbo de ráfaga veraniega, por lo implícito, la primavera, altera el comportamiento humano. Nos deshacemos de toda la ropa sobrante, basándonos esta vez en reacciones e impulsos físicos. Atracción sexual ante la sobriedad vestimental. Lo que no tiene nada que ver con justificaciones del delito, simplemente justifica la teoría sobre la que queremos dar una explicación racional.

Debemos recordar, aparte de todo lo citado previamente y para una completa comprensión de las leyes térmicas de Quetelet, que las estaciones en Europa son mucho más marcadas y diferenciadas entre sí que en otros países tropicales, por lo que a medida que nos alejamos del Ecuador, las curvas de criminalidad son notablemente más pronunciadas en sus diferencias estacionales. Para sus estudios de las diferencias humanas en general y, en particular, las criminales, Quetelet parte de la regla de que “todo lo que vive, crece o decrece, oscila entre un mínimo y un máximo. Para poder calcular esto, se busca un término medio, un “hombre normal”, especie de centro de gravedad alrededor del cual oscilan las divergencias individuales”[1]

Intervienen también en este tipo de delitos factores psicológicos y sociales. Quetelet parte de la regla de que todo lo que vive, crece o decrece, oscila entre un mínimo y un máximo.

Quetelet demuestra y descubre estadísticamente, cómo la criminalidad femenina es muy inferior a la masculina, en proporción de 5 a 1. (En México es de 15 a 1 en sentenciados). Igualmente comprobó que el mayor número de delitos los comete el hombre entre los 14 y los 25 años, mientras que en la mujer la estadística es entre los 16 años y los 27 años.

Podemos concluir sus leyes térmicas de una manera tan teórica diciendo, simplemente y con firmeza, que Quetelet ha sido un gran aportador en el campo de la criminología desde una perspectiva más bien estadística, en la cual muchos de los estudiosos de la ciencia la consideran como la única válida. Aunque esto no es compartido por la mayoría de la comunidad criminológica, sabemos que, a pesar de estas falacias, Adolphe Quetelet ha sido una gran influencia, chocando con un fenómeno totalmente nuevo y, si se permite el atrevimiento por el cual se ha dado nombre al artículo, incluso mágico. 

SU TEORÍA EN LA ACTUALIDAD

OTROS AUTORES PRO LEYES TÉRMICAS

Múltiples estudiosos de cualquiera de las especialidades existentes han compartido los pensamientos cercanos a la mentalidad y teoría de Quetelet.

Emil Kraepelín, psiquiatra alemán, utilizó el término “depresión estacional” para explicar estos cambios anímicos relacionados con los periodos de luz solar (decaimiento, somnolencia, jaquecas, aumento de peso, mal humor, ansiedad, tristeza, cansancio físico, aislamiento social…), que aparecen en otoño y se acentúan en invierno, remitiendo en primavera y en verano. Como podemos comprobar con este ejemplo, Quetelet no se alejaba mucho en sus teorías, y dio en el clavo en muchos aspectos, pero la climatología FUE UNO DE ESOS ACIERTOS. 

Actualmente, la “depresión estacional” de Kraepelín es comúnmente conocida en el ámbito clínico como Trastorno Afectivo Estacional, definida como un tipo de depresión que aparece en ciertas épocas del año, especialmente durante el invierno. Como cualquier forma de depresión, como apuntaba también Quetelet, ocurre con más frecuencia en mujeres que en hombres. 

Este otro autor, señalaba que las personas que viven en lugares con largas noches de invierno, tienen mayor posibilidad de sufrir el trastorno afectivo estacional (TAE). 

Otro autor, postcursor de los estudios del autor de las leyes térmicas, Daniel Cardinali, experto en ritmos biológicos, afirmó que el ser humano es poseedor de un calendario biológico que va variando con las estaciones del año según los estímulos hormonales. 

Finalmente, debemos destacar con gran énfasis la influencia de las variaciones meteorológicas en la comisión de los delitos del francés André-Michel Guerry (1802-1866). Este abogado de Tours llegó a las mismas conclusiones que el estadístico flamenco (en verano priman los delitos contra las personas mientras que en invierno sobresalen los del patrimonio) pero al analizar las tasas de criminalidad de Francia, concluyó que al Norte de su país (donde se concentraba la riqueza), los delitos patrimoniales duplicaban a los personales; mientras que, al Sur (más empobrecido) ocurría exactamente lo contrario; lo que, según este autor demostraba que las tasas de criminalidad se incrementaban al mismo tiempo que se elevaba el nivel de vida. En 1829, realizó un extenso ensayo sobre la relación entre el clima, los ingresos hospitalarios y las tasas de suicidio.


André Michel Guerry realizo los primeros mapas de criminalidad en Europa, utilizando colores para distinguir calidad y cantidad del delito. Por este medio queda claro que la criminalidad contra la propiedad cae al norte, en tanto que los atentados contra las personas son más frecuentes al sur. Esta observación se va a confirmar tanto en el mapa general de Europa como en cada país en particular.

La teoría geográfica coincide con la térmica, pues hay relación entre lugar y clima, pues hacia el norte hace frío, en tanto que hacía el sur hace calor. Desde luego está afirmación es válida sólo para el hemisferio norte, ya que en el hemisferio sur la situación se invierte.

Los puntos importantes de Guerry se describen en:

a)  No es posible regular la sociedad con leyes basadas en teorías metafísicas y en la búsqueda de un tipo ideal que responda a una idea de justicia absoluta.
b)  Las leyes no son hechas para los hombres consideradas en abstracto, para la humanidad en general, sino para hombres reales, colocados en condiciones particulares y bien determinadas.
c)  Los delitos contra las personas provienen de concupiscencia o desorden de la vida privada y no de la miseria.
d)  Los delitos se repiten año con año, con sorprendente regularidad.
e)  No hay coincidencia absoluta y directa entre ignorancia y delito, debe distinguirse instrucción de educación.
f)   La estadística moral no busca descubrir lo que debería ser, sino lo que es.
g)  Las estadísticas se refieren a una dada categoría de individuos tomados como masa, y no a los sujetos componentes de la categoría, considerados singularmente, por lo tanto, es imposible predecir cuál será el comportamiento futuro de un individuo en particular, en determinadas circunstancias.
h)  La constancia en las cifras de criminalidad y de sus motivos no excluye la libertad de los individuos que componen la masa.



CONCLUSIÓN Y REFLEXIONES CRÍTICAS

La magia de las leyes térmicas de Quetelet no reside en que sea una teoría intachable, perfeccionista y superior, una teoría tan íntegra y solidificada que no tenga un Talón de Aquiles que le permita caer para abajo. Todas las teorías tienen su talón para desmontarlas. Pero esta magia no trata de eso.

Lo que hace especial el estudio y las leyes de Quetelet es que su autor fue pionero. Es verdaderamente simple el hecho de coger la idea de alguien, desarrollarla mil veces mejor, y presentarla como tuya o simplemente con una enorme mejoría. Él supo ver algo distinto en sus especializaciones. Se sirvió de varias ramas de la ciencia para poder desarrollar lo que hoy en día, en la actualidad, podemos decir que nos ha quedado de él. Su huella. Permanecer en este mundo, aunque únicamente sea una memoria por tus ideas, es bastante mágico a ojos de muchas personas. 

Por lo tanto, a pesar de muchas críticas hacia Quetelet, sus leyes son, han sido y serán mágicas a los ojos de todos nosotros, los estudiosos de la criminología. 


Marta López Ger
Estudiante de Criminología en la UCJC
Estudiante de Periodismo en la URJC
Blogger de páginas web de Criminología y Moda
Redactora en la Página Web “Criminología de estar por casa
Contacta mediante e-mail: martuchiger@gmail.com








[1] Párrafo extraído del libro de Manzanera, “Criminología”, en el cual cita todas las particularidades, curiosidades y elementos componentes de la gran ciencia como es la criminología.