Cada vez se le está dando más importancia a la
realización de perfiles criminológicos como herramienta para la investigación de crímenes, puesto que
basarnos sólo en hechos materiales (como el hallar pruebas físicas, huellas de
zapatos, el arma etc) no nos ayuda a entender el porqué de la comisión del delito, hecho
sumamente importante en cuanto se quiere entender al delincuente para así
realizar una mejor investigación y más cuando tratamos casos de asesinatos en
serie y/o casos de criminales ocasionales.
En este sentido, como muchos ya sabréis, Edmon Locard, uno
de los mejores criminalistas del siglo xx expuso en sus estudios e
investigaciones un principio básico para
toda investigación criminal, cualquier persona u objeto que entre en
contacto con otro objeto o persona en una escena del crimen deja algo
característico en ella, de la misma manera que se lleva algo cuando se sale de
la escena. Así pues, llevando esta afirmación al campo psicológico, podemos
afirmar que desde el punto de vista de un perfilador, el delincuente siempre dejará
un decisión, un acto y un significado en la escena del crimen, lo llamado
“huellas del comportamiento o psicológicas”. Por lo que se abrirán las puertas
al entendimiento de lo que ha querido decir el criminal con la ejecución del
crimen.
Para toda investigación criminal es preciso entender al
delincuente, y primero de todo, preguntarse qué tipo de persona ha hecho esto y
cómo influirá psicológicamente lo ocurrido en éste, sobretodo en casos de
sospecha de iniciantes criminales en el campo de los homicidios, para poder
saber qué tipo de características une a la víctima con el delincuente y así
saber el tipo de víctima “futura” o si se tratan de casos aleatorios y, para
realizar un perfil psicológico y así acercarnos al tipo de delincuente al que
nos enfrentamos. Lo que nos dará ventaja a la hora de investigar futuros
movimientos y posibles cambios psicológicos que pudieran influir en el patrón
de movimientos y estilo de vida del delincuente.
La realización del perfil criminal o profiling, es
una actividad de la ciencia forense dirigida al análisis de las huellas del
comportamiento antes mencionadas. De esta manera, se provee de información útil
a los encargados de la investigación.
El primer paso para la realización del profiling es
la observación de la escena del crimen, lugar donde se haya el hecho criminal,
y digo hecho, puesto que en ocasiones pueden haber dos tipos de escena, el
lugar donde se encuentra el cuerpo o la
evidencia del delito y/o el lugar de ejecución del delito (no siempre donde se
haya el cuerpo es el lugar donde se ha ejecutado el delito). De esta manera, sabiendo que diferentes
escenas se relacionan con un mismo delito, será preciso la investigación física
del lugar y psicológica ya que en ocasiones el mismo delincuente puede dejar
“marcas” o pistas que nos ayuden a encontrar el lugar donde se ejecutó el
crimen.
Tal y como se señala en diferentes artículos de
perfilaciones, el procedimiento a seguir en una escena del crimen para la
realización del profiling, será el siguiente:
1- Los forenses y policía cientifica realizarán el estudio de la escena del crimen según la evidencia física (huellas, ADN, sangre, fluidos...)
2- el
perfilador tras una observación del lugar del crimen más la información de la
policía científica y forense le irán facilitando, realizará un estudio de la
escena del crimen por medio de la evidencia conductual.
3- el Perfilador se ayudará de otros estudios y
métodos (investigaciones anteriores, estudios, revistas científicas, bases de datos…).
4-Perfil
del autor del crimen.
Como perfiladores, no nos tenemos que dejar llevar
por la sensación inmediata que nos pudiera sopesar la escena del crimen, puesto
que a veces esta podría llegar a ser catastrófica. Debemos ser objetivos y hallar
el modus operandi en la escena del crimen, ya que de forma breve, podemos definir
el modus operandi como “la manera de
comportarse de un criminal lo constituyen sus elecciones y conductas por las
que pretende consumar un delito” (Vicente Garrido, 2012).
No debemos olvidar que en un crimen intervienen dos
actores, el delincuente y la víctima, hecho que contrastamos en el modus
operandi, ya que la información que nos proporcionará la víctima serán datos
relacionados con su vida rutinaria y, en qué momento fue asaltada, día y lugar
(normalmente, momento de “vacío” en su vida rutinaria, como podría ser el
trayecto del trabajo a casa).
Una vez se realiza el perfil de la víctima, el cual
considera el aspecto físico de esta, así como la indumentaria y todos los
rasgos que la/lo caractericen, más la información que podamos sustraer de ella
(como aspecto laboral y civil, situación familiar etc) que junto con la
observación objetiva de la escena del crimen, podremos sustraer los rasgos y
características del crimen, lo que nos acercará a la relación entre víctima y
delincuente.
Además, un aspecto llamativo en las escenas del crimen
en los que hay sospecha de homicidio (el delincuente ha estudiado con
anterioridad para realizarlo con unas determinadas características) es el
encuentro de la Firma, la cual constituye los rituales y conductas producto de
las fantasías del delincuente, hecho de estudia sumamente importante
.
En el momento que analizamos esa Firma, junto con el
Modus Operandi podemos finalmente concluir aquello que motivó al delincuente
para cometer el delito; ya pudiera ser por celos, sexo, reflejo, venganza,
sadismo, superioridad, lealtad… y así, relacionar el objeto emocional que
es causa del delito con la víctima.
No es sencillo establecer todo este tipo de relación
entre víctima y delincuente, por ellos es básico conocer, los diferentes tipos
de delincuentes, psicopatía, clasificación de delitos y teorías criminológicas
que más adelante iré escribiendo para todo aquel que se interese por la
Criminología.
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Patricia Ortiz Brunet
Estudiante de criminologia UOC
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