jueves, 19 de marzo de 2015

Ciberbaiting


Aunque suene a nuevo, este anglicismo es el que utilizamos para denominar al “acoso a profesores” de toda la vida. Mucha gente cree que, como la palabra que utilizamos para designarlo, no deja de ser una práctica pasajera que está de moda en un momento determinado. La realidad dista mucho de este pensamiento. Acostumbrados a que los informativos sí adopten modas pasajeras, en muchas ocasiones caemos en el olvido de que existan ciertas conductas delictivas. Si hoy no sale en la tele, es que ya ha dejado de pasar…

¿Cómo surge?

Ya que el “cuándo” es totalmente irrelevante, cabe destacar que los cambios en los sistemas educativos y el crecimiento del sentimiento de frustración entre los estudiantes que los sufren en primera persona, son algunos de los motivos por los que ciertas prácticas proliferan casi sin darnos cuenta. Unas veces, dichas prácticas recaen sobre otros menores (lo que conocemos como bulling) y, otras, sobre aquellas personas que deberían tener cierta autoridad sobre ellos, como es el caso de los padres o profesores.

Estos términos vienen precedidos del prefijo “cyber”/”ciber”, algo que ya nos anuncia que esta humillación se inflige a través de las nuevas tecnologías. Canales y redes como Facebook, Twitter o Youtube, se están convirtiendo en plataformas, o más bien trampolines, para sacar a la luz grabaciones de estudiantes que se dedican a lanzar objetos a sus profesores, bajarles los pantalones, insultan o incluso agreden de forma brutal a los que deberían ser uno más de sus “modelos a seguir”.


Medidas contra la “ciberhumillación”

La importancia radica en que se ataje el problema desde la base. Los jóvenes se desarrollan tecnológicamente a más temprana edad que nunca, y para ello es importante que los padres empiecen por ejercer un control de las prácticas cibernéticas cuanto antes, mejor. Cuando hablamos de control, no hablamos de privación del uso de las mismas, sino más bien de enseñarles qué, cómo y cuándo utilizarlas. Los educadores y otros modelos de conducta también deben entrar en el juego. Cuánto más se trabaje abordando un problema desde diferentes focos, más impacto y eficiencia tiene en la persona que va a recibir la “lección”.

Hay que recordar no sólo lo que está bien o lo que está mal, sino también advertir que estas conductas están penadas por la Ley y que, al “colgarlas” en la red, el nivel de anonimato no es tan alto como ellos creen, sino que las investigaciones policiales en estos ámbitos reducidos hacen que los agresores sean identificados con mayor rapidez.

Por tanto, los pilares con los que trabajar son los de siempre: INFORMACIÓN, EDUCACIÓN Y CONCIENCIACIÓN.

Todo ello ayudaría a los menores a no alentar a sus compañeros para que ejerzan esta represión sobre sus profesores. Que el circo no tenga espectadores lo único que provoca es que tenga que cerrar sus puertas. Y, como no, tener en cuenta que si vamos a enseñar, no se pueden utilizar los mismos medios que queremos reprimir en otra persona, el fuego con fuego no se apaga; así que siempre desde el respeto y la educación si queremos que nos entiendan y capten el mensaje.

“Inlitteratum plausum non desidero” – Fedro (“No deseo el aplauso de los ignorantes”)

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Angie Muñoz Mejías
Estudiantes de Criminología UOC

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