MALTRATO INFANTIL: Abuso sexual
Por maltrato infantil se entiende cualquier acción u
omisión no accidental realizada hacia un menor por parte de sus padres o
tutores legales, ya sea física, sexual o emocional, que le ocasione daño físico
o psicológico el cual ponga en peligro su desarrollo y bienestar.
El maltrato va dirigido hacia aquellos que se
consideran inferiores, en éste caso los menores, los cuales sufren la violencia
de los adultos. La violencia en la infancia se puede asociar con
trastornos de conducta en la adolescencia los cuales con posterioridad pueden
derivar a la realización de actos delictivos o violentos en el ámbito familiar
dando lugar a la violencia doméstica.
Es por ello que se puede decir que maltrato infantil
es aquella acción ejercida de manera intencional por parte de un adulto hacia
un menor provocándole daño tanto psíquico como físico, así como poder llegar a
producirle la muerte.
Tipos de maltratos
Por desgracia existen diferentes tipos de maltrato, pero cuando además se trata de maltrato
infantil no hay que olvidar el carácter intencional del sujeto agresor y nunca
accidental de la agresión o de los actos de omisión llevados a cabo por los
responsables del cuidado del menor con el propósito de injuriarlo o dañarlo.
Como ya se ha mencionado, entre los diversos tipos de
maltrato podemos encontrar:
§ Físico:
Entendiéndose éste como cualquier lesión física infringida a un menor
(quemaduras, fracturas, hematomas…) realizados mediante golpes, tirones,
pinchazos, etc.
§ Emocional: Se
entiende por maltrato emocional la habitual ridiculización del menor, el
menosprecio, los insultos que se somete de forma permanente o la presencia de
actos violentos físicos y/o verbales a
otros miembros de la familia.
§ Abandono o negligencia: Se da cuando existe una falta intencional de los padres
o tutores en satisfacer las necesidades básicas del menor en lo que se refiere
a alimentación, educación, seguridad y bienestar del niño/a.
§ Abuso Sexual: Nos
encontramos ante un abuso sexual cuando se realizan contactos o acciones
recíprocas entre un menor y un adulto, donde los menores son utilizados para la
satisfacción sexual del adulto. En estos casos puede darse desde la exposición
de los genitales por parte del adulto hasta la violación del menor.
Abuso sexual
Nos centraremos más en el ámbito del abuso sexual
para determinar en mayor amplitud característica y consecuencias de éstas
acciones, dado que el abuso sexual se puede producir con contacto físico o sin
él, ya que no solo se entiende la violación sexual sino también implica
tocamientos y otro tipo de interacciones que aunque no comporten un contacto
físico con el menor, constituyan una interferencia en el desarrollo sexual del
menor.
Encontramos diferentes versiones de definición
del concepto “Abuso sexual” pero en todas ellas hay tres ítems en común:
1.-
Coerción: por medio de la fuerza física, la presión o el engaño.
2.- Seducción: el agresor realiza
una violencia sistemática camuflada de seducción, en la que busca ganarse la
confianza del niño o la niña.
3.- Asimetría de edad: impide la
verdadera libertad de decisión, ya que los participantes tienen unas
experiencias, un grado de madurez biológica y unas expectativas muy diferentes.
- Discernir claramente lo que está bien
y mal.
- Dar consentimiento, porque no cuenta
con una libertad de decisión.
Características
Una de las formas más comunes que encontramos de
abuso sexual es el incesto, es decir, el acto sexual entre familiares de sangre
(padre-hija, madre-hijo o entre hermanos). Por ello, el daño emocional que
sufren los niño/as víctimas de este tipo de maltrato puede no salir reflejado
hasta la adolescencia, o incluso más tarde, cuando ellos mismos se convierten
en padres abusivos y comienzan a maltratar a sus propios hijos.
Una persona que sufrió abusos de niño tiene mucha
dificultad para establecer relaciones personales íntimas y cercanas ya que no
confía en nadie. Vemos que cuando existe un problema de abuso sexual el niño
introvertido se retrae aún más y el extrovertido se vuelve introvertido, pero
en ambos casos existe un bloqueo en la comunicación verbal. Esto se puede
detectar porque aparecen cambios
de comportamiento de forma y de conducta, física y/o emocional, siendo éstos
una alarma que indique una situación de riesgo.
Existen
ciertos indicadores de conductas y físicos que nos reflejan la situación. En
cuando a los conductuales encontraríamos por ejemplo que de repente tienen
miedo a los adultos o son cautelosos al contacto con los demás. A nivel físico quizás es más evidente ya que
se trataría de hematomas, lesiones internas, quemaduras, etc.
Hay
que determinar, por tanto, que el maltrato infantil es un tipo de maltrato
ejercido de forma intencionada por parte de un adulto hacia un niño, provocándole
así un daño tanto a nivel físico como psíquico, llevándolo incluso algunas
veces a producir la muerte del menor.
Consecuencias
Las
consecuencias padecidas por abusos sexuales se pueden ver a corto y a largo
plazo. En el caso del largo plazo, los abusos se reflejan en trastornos de la
personalidad tales como el alcoholismo, drogadicción y conductas delictivas,
sin dejar de lado los graves problemas
en el ajuste sexual, como el rechazo al propio cuerpo y la baja
autoestima.
También podemos
encontrar diferencias en las consecuencias, si el agresor es un familiar o un
extraño, al igual si la relación sexual ha sido violenta o no. Hay que tener en
cuenta que los abusos realizados en el núcleo familiar son más traumáticos ya
que para el niño/a supone además una interferencia de sentimientos
contradictorios en cuanto a la sensación de protección y confianza que uno
espera de sus propios familiares.
Entre
otras muchas y dependiendo de los aspectos mencionados anteriormente, algunas
de las consecuencias que pueden darse en menores son las siguientes:
§
Pobre imagen de sí
mismo
§
Reactuación del acto
sexual
§
Incapacidad para
depender, confiar o amar a otros
§
Conducta agresiva
§
Problemas de
disciplina
§
Coraje y rabia
§
Comportamiento auto destructivo
o auto abusivo
§
Pensamientos suicidas
§
Pasividad y
comportamiento retraído
§
Miedo de establecer
relaciones nuevas o de comenzar actividades nuevas
§
Ansiedad y miedos
§
Fracaso escolar
§
Sentimientos de
tristeza
§
Síntomas de depresión
§
Visiones de
experiencias ya vividas y pesadillas
§
Y más en la
adolescencia se pueden dar abuso de drogas y/o alcohol
Como consecuencia de todo ello los menores
víctimas de abuso pueden llegar a convertirse en potenciales agresores ya que
suelen manifestar conductas hipersexualizadas como la masturbación compulsiva,
conductas seductoras, o un exceso de curiosidad por los temas sexuales.
En el caso de que las víctimas sean niñas
suelen manifestar más consecuencias de ansiedad y depresión. En cambio en los
niños se dan comportamientos más agresivos e incluso pueden convertirse en
futuros agresores a otros menores.
A pesar de ello, es importante reflejar
que no todos los niños/as manifiestan los mismo síntomas ni reaccionan de la
misma manera frente a un episodio de abuso sexual ya que para algunos, el
abuso, puede significar un trauma y para otros las consecuencias pueden ser muy
diferentes. Pero en general las manifestaciones negativas suelen ser: confusión, tristeza, ansiedad, miedo,
impotencia, culpa, desconfianza, entre otras.
Las víctimas
La problemática que
supone que la víctima de abusos sexuales, sean un acoso o una penetración, es
que no suele dejar pruebas física duraderas en los menores. Además ni el
agredido (por su edad) ni el agresor (por su problema) son capaces de explicar
la situación que están viviendo. A esto hay que añadir el hecho de que estos
abusos ocurren sin haber testigos oculares que puedan explicar lo sucedido, por
lo que el agresor puede negar su acción frente a un menor asustado y
confundido. Por ese motivo el
estudio psicológico del menor en estos casos pasa por entrevista psicológica y
una detallada observación del niño/a.
En lo referente a la entrevista
encontramos que suelen ser de 2 tipos:
· 1.-
Las que van dirigidas a investigar lo que ha sucedido
· 2.-
Las que están orientadas a la intervención del niño
como víctima del abuso
De éste estudio se
extrae la valoración de la necesidad o no que tiene el menor de una
intervención terapéutica ya que no todos los casos de abusos ni todos los
menores tienen las mismas necesidades.
En estos casos nos
encontramos con 2 fases en el proceso de intervención a una víctima de abusos
sexuales:
· *
Fase educativa: Esta primera fase pretende que
el niño/a entienda no solo su propia sexualidad sino también la del agresor a él
de una forma objetiva y adaptada a su entendimiento. En definitiva se trata de
hacer entender al niño la situación que está viviendo para que comprenda lo que
está pasando y darle herramientas para prevenirlo. El objetivo, es por tanto, no solo garantizar
su seguridad sino también aumentar su autoestima otorgándole mecanismos de
control sobre su sexualidad.
· * La fase terapéutica: En esta segunda fase se intenta
poner en práctica técnicas que ayuden al menor a superar el trauma de la
situación vivida y evitar recaídas en la
edad adulta. Entre las técnicas que se pueden utilizar encontramos:
- Desahogo emocional del menor, con el objetivo de poder
romper el secreto y el correspondiente sentimiento de aislamiento.
- Revaluación cognitiva, para evitar la
disociación o la negación de la experiencia, para que el niño pueda reconocer
lo sucedido y sus sentimiento al respecto.
- Técnicas que permitan cambiar las alteraciones
cognitivas, afectivas, sexuales y conductuales.
- Terapias basada en el “juego dramático”, en cuentos
infantiles, en dibujar, todo para poder crear con la imaginación situaciones y
personajes que permitan al menor reflejar lo vivido sin tener que explicarlo en
primera persona, para que le sea más sencillo expresa su sentimientos.
Para ello se dan
también 4 criterios básicos que sugieren una mayor urgencia de actuación en
caso de abuso:
§
La convivencia
del agresor con el niño tras el abuso
§
La actitud pasiva o de rechazo hacia el niño por
parte de su familia
§
La gravedad
del abuso
§
La ausencia
de una supervisión del caso que pudiese evitar nuevos abusos
Los agresores
En lo relativo a
los agresores podemos establecer una clasificación según relación con la víctima:
ü - Desconocido: se da cuando
no hay ningún tipo de relación entre agresor y víctima, es decir, el adulto no
conoce al menor de ningún ámbito y viceversa, no saben quién son el uno del
otro.
ü - Conocido: cuando existe
una vinculación interpersonal entre el agresor
y la víctima. Ésta se puede dar de dos maneras:
- Familiar:
cuando el agresor y la víctima mantienen un lazo de unión familiar.
- Extrafamiliar:
cuando existe algún grado de conocimiento entre el autor y la víctima, por
ejemplo, que compartan alguna actividad junta por ser amigos o persona cercana
a la familia.
Erróneamente se
tiende a pensar que en la mayoría de casos los abusos a menores vienen por
parte de desconocidos, pero la realidad demuestra (Marchiori, 1995) que es todo
lo contrario, la gran mayoría de agresiones se cometen entre personas conocidas
que mantienen algún tipo de vínculo cercano con el menor, por ello, la mayoría
de estos delitos se producen en el ámbito del hogar.
La mayoría de abusadores sexuales de menores son
hombres, casados y familiares o allegados del menor, por lo que tienen una
relación previa de confianza con él que le facilita su acceso. Suelen cometer
los abusos en su etapa de edad entre los 30 y los 50 años, y la mitad reconoce
haber manifestado conductas tendentes al abuso cuando tenían menos de
16 años. En lo relativo a las mujeres comprobamos que, las mujeres
abusadoras suelen ser mujeres maduras que cometen el abuso sobre adolescentes.
El abusador sexual suele ser una persona de
apariencia inteligente y “vida normal”
aunque perfile rasgos de neuroticismo e introversión. Según los estudios
realizados, la mitad de éstos agresores no recibieron en su etapa de
infancia y adolescencia muestras de afecto, y en su edad adulta presenta
problemas de alcoholismo y de habilidades sociales, aunque sí falta de empatía
hacia sus víctimas, negando los actos cometidos.
La experiencia de los médicos forenses demuestra que
algunos de estos agresores sexuales se les pueden diagnosticar una psicopatía
sexual, por lo que no hay que descartar la realidad factible de la posibilidad
del tratamiento y la rehabilitación de éste tipo de agresores.
El agresor sexual de menores, en comparación con un
violador, es una persona mucho más integrada en la sociedad y suele no tener
antecedente delictivos, por ese motivo su actitud ante el problema es negarlo o
minimizarlo, por el miedo a ser identificado como tal por la sociedad, en la
que el abuso sexual a menores genera un gran rechazo y es objeto de sanciones
penales.
El tratamiento psicológico para los abusadores que
aceptan someterse al mismo es similar al que se utiliza para adicciones como el
alcohol:
- Prevención de nuevos episodios de abuso
- Modificación de las ideas distorsionadas en relación con el abuso sexual
- Supresión o reducción de los impulsos sexuales inadecuados
- Aumento de la excitación heterosexual adecuada y de las habilidades sociales requeridas
- Entrenamiento en autocontrol y solución de problemas
- Mejora de la autoestima
- Estrategias de prevención de recaída
Cristina
Cañamares Gordillo
Estudiante
de Criminología UOC
Licenciada
en Derecho
Diplomada
en postgrado de Criminalística
Administradora
“criminología de estar por casa”
Contacto: cristinacg1980@hotmail.com
BIBLIOGRAFÍA
- BESTER,
Beate (2001): Abusos sexuales en los niños. Barcelona, Editorial
Herder.
- LOPEZ,
Félix (1999): La inocencia rota.
Editorial Oceano grupo editoral. Colección punto de encuentro.
WEBGRAFÍA
Organización
Mundial de la Salud: Maltrato infantil. Nota descriptiva nº150. Enero
2014. http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs150/es/
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