De
manera universal podemos definir este fenómeno como complejo de emociones y
sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y
ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores.
El
Complejo de Edipo fue estudiado por el padre del psicoanálisis y el
subconsciente, Freud; basándose así en un mito de origen griego para la
definición del concepto. La mitología griega habla del momento en el cual dio
lugar el nacimiento de Edipo; cuando esto ocurrió, el padre, el Rey Layo,
acudió al Oráculo para visualizar el futuro del niño, el cual predijo que el
niño sería la mano ejecutora que llevaría a cabo su muerte y desposaría a su
madre. El padre, en un desesperado intento de prevenir lo que se avecinaba,
ordena matar a la criatura. El plan falla estrepitosamente dando lugar la huida
del niño y el cumplimiento de la profecía años después.
La
mayoría de los psicólogos, haciendo especial hincapié en Freud, describen el complejo
de Edipo como una etapa del desarrollo del niño y resulta fundamental en la
configuración psíquica del sujeto.
Bajo
el mismo concepto, y con posterioridad, Carl Jung desarrolló un concepto
similar pero distinto en parte, el Complejo de Electra, la contrapartida al de
Edipo, definiéndolo como la atracción sexual inconsciente que siente una niña
hacia su padre. En este caso, nos encontramos con una lucha conceptual entre
grandes psicólogos, ya que Freud no compartía la conceptualización definitoria
del término escogido por Jung, ya que él consideraba la sexualidad femenina de
una forma totalmente distinta y aplicaba el Complejo de Edipo de la misma
manera a niños y a niñas, de una manera más neutral para llegar a ambos
géneros.
Respecto
a esta controversia, muchos fueron los que se opusieron, en su mayoría
psicólogos, a la universalidad del término de Freud; sobre todo a su aplicación
a ambos sexos. Entre ellos encontramos a la psicoanalista alemana Karen Horney
y al antropólogo británico Bronislaw Malinowski.
Jacques
Lacan hace una lectura diferente del concepto freudiano y lo reconstruye
otro valor esencial. Lacan destaca que Freud se basó en un mito, es decir
no en un hecho, sino en una ficción, en algo que ocurre no en la esfera de
lo real sino en el ámbito de lo simbólico, es decir. Para Lacan
el padre que juega un papel en el complejo de Edipo no es un padre real,
sino que es una función: la función paterna, un lugar en la estructura que
puede ser ocupado por otros representantes, no necesariamente el padre real.
Por
lo que podemos reconocer que ha habido a lo largo de la historia, y habrá,
mucha controversia respecto a lo que Freud determinó como el Complejo de Edipo.
Para
el tratamiento de este fenómeno, el Complejo de Edipo debe ser eliminado, de
una manera u otra, para permitir el desarrollo sano y natural del niño; pero
cuando este complejo se dirige al inconsciente, entra en acción otro complejo,
el de castración en esta ocasión, donde se atribuye el cercenamiento del pene a
la niña. El niño siente un miedo patológico de sufrir la castración como
castigo por un sentimiento sexual hacia la madre. En la niña este proceso será
mucho menor ya que, ante la ausencia de pene, no tendrá el miedo de castración,
creará un proceso interno psicológico de negación.
En
la niña, Freud describe que se da la percepción del clítoris como pequeño pene,
con perspectivas de que crezca, pero al asumir que las mujeres grandes lo
poseen, cree que ha sido castrada. El super yo se instaura como resultado del
amedrentamiento externo y la educación. Se acerca al padre sustituyendo a la
madre. Simbólicamente, su complejo culmina con el deseo de recibir un hijo de
su padre, estas nociones permanecen en el inconsciente como base para la futura
función sexual.
El
Complejo de Edipo se presenta ante el niño mediante dos vías:
-
Activa: Sustituir con su madre el lugar
que ocupa su padre.
-
Pasiva: Ser amado por el padre. Hacerse
querer por esa figura familiar.
CONSECUENCIAS
DEL COMPLEJO DE EDIPO
Lo más usual es que el Complejo de Edipo tenga
consecuencias tanto a corto plazo como a largo plazo para el pequeño. Su
comportamiento a corto plazo puede dar lugar a una conducta acaparadora,
tratando así de llamar la atención de la madre en una constante competición con
el padre. Los progenitores o padres, deberán reconocer que se trata de una
etapa natural del desarrollo, por lo que ha de tenerse como algo transitorio
que se supera con el tiempo. No se debe mostrar mayor atención ni preocupación.
Cuando la pareja está bien avenida, el complejo de Edipo no
va a propiciar mayores problemas,
más allá que el de tener que adaptarse al nuevo comportamiento del pequeño,
procurando no criticarle ni juzgarle, sabiendo que es algo temporal y que el
niño sólo se rige por unos sentimientos infantiles, que se superan cuando éste
madura, sin mayores consecuencias.
En cambio, cuando existen problemas dentro de la pareja,
con desavenencias conyugales, con discusiones frecuentes, el nuevo
comportamiento del hijo no va a hacer sino agravar dicha situación, donde el
pequeño va a tratar de aliarse con la madre en contra del padre, acentuándose
sus sentimientos positivos y negativos, procurando poner todos los medios para
evitar que se arregle la situación.
En ocasiones la madre no se da cuenta del incremento de la
atención y los halagos por parte del crío, considerándolos una expresión más de
cariño, y es el padre quien suele detectar las malas maneras con que es recibido por el niño cuando
llega a casa, o por su continuo comportamiento desafiante, sea como fuere,
cuando se ve cambiar a peor, es adecuado conocer si tu hijo precisa de ayuda
terapéutica al respecto.
Cuando un especialista detecta la presencia del complejo de
Edipo pone en sobre aviso a los padres para que puedan ser conscientes de lo
que le pasa al niño, que a pesar de no ser un trastorno y por tanto no precisar
de tratamiento alguno, si es necesario saber afrontar los cambios de conducta
positivos y negativos que va a ir mostrando, procurando que el padre no se
sienta dolido por el rechazo que le exprese su hijo.
¿CÓMO
TRATAR EL COMPLEJO DE EDIPO?
Como ya sabemos, el Complejo de Edipo forma parte del aprendizaje y del
desarrollo psicosexual del niño, es algo que debemos tratar como algo natural.
El menor, si así lo hacemos, abandonará poco a poco este fenómeno, avanzando
así hacia la adolescencia y madurez finalmente de forma completamente normal.
El padre dejará de ser para él una amenaza y se convertirá en un modelo a
seguir, acercándose poco a poco a él, y acabará en un proceso de identificación
con él y generando un respeto respecto a la figura que representa en el hogar.
Por lo que normalmente se recomienda que al ver alarmas evolutivas como más
acercamiento amoroso hacia la madre, malas caras o evitación hacia el padre…
etcétera, se debe llevar con total tranquilidad, teniendo la seguridad de que
pasado un tiempo este fenómeno desaparecerá sin dejar secuela alguna en el
pequeño.
Únicamente cuando el menor se muestre demasiado alterado por la situación,
de manera que se vuelva insoportable, con rabietas constantes y
gritos ante el padre, o que no deje salir a la madre sola a ningún sitio sin
él, ni siquiera dejarla que hable con otras personas por celos, o bien si se
producen pesadillas reiterativas, es cuando es necesario prestar más atención.
En estos casos de complejo de Edipo estas son algunas soluciones y consejos que
se pueden llevar a cabo[1]:
·
Evitar manifestaciones de cariño entre la
pareja en presencia del pequeño que puedan incrementar sus celos.
·
Procurar dedicar suficiente tiempo al
pequeño, para que no se sienta desplazado en su cariño.
·
Permitir que tenga momentos de
esparcimiento con el padre, de forma que este se convierta en fuente de
diversión y ocio, con el que compensar los sentimientos
propios del complejo.
·
Evitar criticar, juzgar o burlarse de las
actitudes y comportamientos propiciados por el complejo de Edipo en el pequeño,
ya que este lo ve como algo normal, aunque para el adulto pueda parecer raro o
absurdo.
·
Evitar competiciones por
la atención de la madre, repartiendo esta su tiempo entre ambos, de forma que
no se incentiven los sentimientos negativos hacia el padre.
Echando un vistazo a la
historia del crimen, a los psicópatas seriales, podemos encontrar múltiples
casos que podían haberse evitado o reducido con un buen tratamiento hacia su
Complejo de Edipo. Uno de los mejores ejemplos con el que se podría comparar es
Edgar Gein. Tras ser capturado y psicoanalizado, sus psiquiatras comenzaron a
considerar las posibles razones de su comportamiento patológico. Finalmente
llegaron a la conclusión de que Gein estaba enamorado de su madre y que, a raíz
de su muerte, se obsesionó en buscar a alguien que hiciese de sustituto, pues
se encontró un inmenso parecido físico entre su madre y las víctimas del
psicópata. De niño buscaba el amor de su madre obsesivamente, el cual le era
negado una y otra vez, por lo que en su mente se desarrolló una nueva
personalidad en la que su madre era objeto de odio y desprecio.
También otro de los
ejemplos de los psicópatas más conocidos con el Complejo de Edipo es Harold
Shipman. Médico de profesión, asesinó a centenares de
pacientes, todas ellas mujeres mayores, envenenadas con morfina. Shipman
era necrófilo y sufría de un complejo de Edipo no superado, el
revivía la muerte de su madre, consumida por cáncer en 1963, en cada una de sus
víctimas.
Marta López Ger
Estudiante de Criminología en la UCJC
Estudiante de Periodismo en la URJC
Blogger de páginas web de
Criminología y Moda
Redactora en la Página Web “Criminología de estar por casa”
Contacta mediante e-mail:
martuchiger@gmail.com
[1] Extracto
sacado de la página web www.webconsultas.com,
página médica y psiquiátrica dedicada a la salud mental, a la psicología y sintomatología
tanto de menores como de adultos.
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